Reflexión sobre posibles medidas para disminuir la cantidad de alimentos desechados
30 de Mayo de 2017
30 de Mayo de 2017
Por: Oliva González, profesora del Máster en Project Management de EAE Business School
Cada año en el mundo hay 1.300 toneladas de alimentos que no llegan a consumirse, debido a dos causas principales: desperdicios y pérdidas. Las pérdidas de alimentos tienen lugar en las etapas de producción, poscosecha y procesamiento de la cadena de suministro de alimentos mientras que los desperdicios son los que ocurren al final de la cadena de suministro, venta y consumo. Este volumen de alimentos se corresponde con aproximadamente un tercio del volumen de alimentos total producido en el mundo.
Como se puede observar en la figura siguiente, para los países de bajos ingresos, existen más pérdidas que desperdicios, mientras que para los países de altos ingresos, existen más desperdicios que pérdidas. Aunque en ambos casos, las cantidades per cápita son elevadas y deberían hacernos reflexionar, ya que, frente a esta realidad, hay cerca de 795 millones de personas que pasan hambre, es decir, no tienen acceso a los alimentos suficientes para llevar una vida sana.
Las causas de tales volúmenes de alimentos desechados están muchas veces en criterios estéticos (impuestos por normativas de calidad) y en el supuesto de que tirar es más barato que reutilizar. También se da la circunstancia de que el consumidor tiene acceso a gran cantidad y variedad de alimentos similares que puede adquirir sin problemas a un precio razonable, por lo que deja de importar el realizar una compra racional y ajustada a la necesidad real. Al mismo tiempo, no se respeta y no se comprende bien ni la fecha de caducidad ni la etiqueta de consumo preferente.
Es en estas últimas dos cuestiones donde la Unión Europea quiere incidir, entre otras cuestiones, para rebajar la cantidad de alimentos desechados en los países que la componen, que asciende a 173 kg por cápita y año. Una de las medidas más interesantes que se está barajando es la de eliminar la fecha de caducidad de algunos alimentos, siempre que no se ponga en riesgo la salud pública o el medio ambiente.
El objetivo que persigue la Unión Europea es el reducir al 50% la cantidad de alimentos desechados para el 2030. Sería interesante que se reflexionara en profundidad sobre cómo se encuentra un criterio o criterios adecuados para definir cuando un alimento no es de verdad consumible y qué se puede hacer con él en ese caso. ¿Qué es un alimento no consumible? ¿Es diferente de un alimento que daña la salud? ¿Qué es dañar la salud?
Un ejercicio que no puede ni debe hacerse desde un punto de vista parcial, sino que debería hacerse desde un punto de vista global. ¿Cuántas personas podrían estar bien alimentadas en el mundo con los alimentos desechados a día de hoy? ¿Qué impacto supondría en la economía, en el medio ambiente y en la calidad de vida global? ¿Cómo puede el consumidor ser una parte responsable en esa cadena? ¿Cuántos de nosotros tiramos "alegremente" la comida porque el día de hoy es su fecha de caducidad y a continuación compramos la misma comida cuya fecha de caducidad es el día de mañana? ¿Cuántos cambiaríamos ese comportamiento de saber que esa comida que tiramos hoy, salva la vida de otra persona? No es sólo cambiar la fecha de caducidad, es un cambio de actitud el que hay que procurar, para empezar.
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