Reflexiones sobre el Black Friday
28 de Noviembre de 2016
28 de Noviembre de 2016
Por: Gaietà García, profesor del Master en Dirección de Marketing
El viernes fue el día que al que llamamos Black Friday. Durante las horas de apertura comercial, se produce una vorágine de consumidores en busca de gangas, ofertas y productos con descuentos; hacen largas colas y aguantan estoicamente muchas horas de espera hasta llegar a caja, vaciar su bolsillo o tarjeta de crédito y salir por la puerta con más o menos bolsas repletas de productos.
Se puede intuir una razón económica. Los comerciantes se auto promocionan mediante la táctica del día del descuento masivo. Hay, normalmente, una gran afluencia de público comprador en los centros comerciales principales que gastan de manera anticipada parte de las compras previstas en época navideña, con descuentos sobre el precio original de productos y servicios. Como este tipo de días del consumo masivo se repiten y amplían las áreas donde se producen, año tras año, se puede inferir que el resultado es positivo para los comercios; es decir, se produce un consumo en noviembre que no sustituye al esperado en diciembre, en campaña navideña, sino que se suma, al menos en parte, al consumo del mes siguiente. El resultado de noviembre más diciembre es, por tanto, mayor que sin este día promocional. Ello puede venir propiciado porque durante las horas en las que los consumidores recorren sus centros comerciales preferidos se adquieren productos y servicios de manera compulsiva porque si no, ¿cómo matar el tiempo en un centro comercial?
También ha de valorarse el aspecto cultural. Parece que la inmigración de costumbres propias de determinados territorios se produce de manera unidireccional, de Estados Unidos a Europa, y no a la inversa. Quizás sea el efecto de que los gurús del marketing son de allá y aquí no tenemos. Allí importaron el santo holandés Sinterklaas, pero lo remodelaron a su manera. Y menos mal que no han adoptado otras costumbres nuestras, porque si los americanos copian el 23 de abril, Sant Jordi, como el día de la rosa y el libro, no habrá rosáceas ni papel para todos y deberemos regalarnos pepinos y e-mails.
Finalmente, un apunte psicológico. Estas celebraciones del consumo masivo pueden hacer sentirse como raro o inadaptado a quien no las secunde; parece que lo normal es gastar en estos días y, si no consumes, estás fuera de onda. Tiene lugar cierta usurpación de la libertad humana por cuanto alguien nos dice cuándo hemos de comprar, de igual manera que se nos indica cuándo no hay que usar el coche o apagar las luces para protestar contra el cambio climático. Faltan días en el calendario para tanto Día de... y, en cierta manera, cada vez que alguien piensa por nosotros al imponer determinada actividad dirigida con ciertos fines, nos hacemos algo más imbéciles y menos propietarios de nuestro libre albedrío.