¿Cómo convertir un grupo en un equipo?

“No es lo mismo trabajar en grupo que en equipo”

Si no eres un experto apicultor y observas de cerca un panal de abejas, es posible que todo te parezca lo mismo: unidades similares trabajando por elaborar la miel que luego consumes. Pero la realidad es muy distinta. El panal es un ecosistema de especialización y colaboración de distintos tipos de habitantes. Reinas, obreras y zánganos, aunque aparentemente iguales, desarrollan sus distintas funciones haciendo un trabajo en equipo impecable.

Panel de abejas.

Esto nos lleva a la primera cuestión clave: No es lo mismo trabajar en grupo que en equipo. Aunque se consideren sinónimos, las diferencias son evidentes y, en el mundo empresarial y profesional, cruciales. El trabajo en grupo implica colaboración, pero objetivos no compartidos, mientras que el trabajo en equipo implica colaboración para conseguir unos objetivos comunes. Es la misma diferencia, mutatis mutandis, que existe entre el compañerismo y la colaboración.

Colaborar: mucho más que trabajar juntos

 

Todos tenemos una percepción distinta de la realidad. Por esta razón se vuelven fundamentales la comunicación y la empatía a la hora de trabajar juntos. Encontrar puntos de vista comunes nos hará llegar a una realidad común. Cuantas más miradas haya y más se compartan, las respuestas otorgarán una mayor rentabilidad, mientras que si se trabaja de manera aislada o compitiendo, todo se volverá más difícil. Ya sabes aquello de “dos ojos ven más que uno”. Si en la empresa cada uno está aislado, o peor aún, compite con los demás, es imposible.

Además, una cultura de colaboración garantiza espacios sanos, seguros y de confianza para las personas de la organización, lo que favorecerá un mayor desarrollo de todos los trabajadores.

Un buen equipo debe trabajar como las abejas del panal, combinando sus distintas capacidades en pro de un objetivo común. Como dice un proverbio etíope: “cuando las arañas tejen juntas, pueden atar a un león»

Cómo crear el equipo

 

Dentro de una empresa, la organización se debe regir por objetivos y, en base a ellos, hay que organizar cada uno de los equipos de trabajo y crear una sintonía entre sus participantes y sus respectivas habilidades. Es fundamental que las personas implicadas tengan miradas y talentos diferentes, ya que así, apoyándonos en la diversidad, es como se logran respuestas distintas a las comunes y al mismo tiempo se potencia al máximo el aprendizaje y el crecimiento en talento. Es decir, en nuestro panal no todos pueden ser zánganos o todas obreras.

Desde la dirección de la empresa, se debe velar porque esta dinámica funcione, actuar sobre la selección y el mapa de talento y repensar la estrategia organizativa y los procesos productivos. Los Recursos Humanos juegan un papel importante a la hora de lograr esta diversidad necesaria y de potenciar las distintas fortalezas de cada individuo.

Red flags: ¿Por qué no funciona?

 

Es evidente que no es fácil dar con la tecla para lograr un equipo ganador, pues este proceso requiere de esfuerzo, intención y paciencia. Ahí entra en juego el arte, la sensibilidad y la capacidad de liderazgo de los mandos de la empresa para combinar el talento con el que cuenta y, de ser necesario, para ir a buscarlo. Para eso es importante tener en cuenta qué es lo que no se debe hacer:

  • Comunicar incorrectamente los objetivos compartidos: si el equipo no sabe qué se pretende de él, ¿cómo va a actuar en consecuencia? Dar directrices claras es clave para que todos sepan hacia dónde dirigirse.
  • Constituir un equipo con perfiles similares: como hemos dicho anteriormente, la diversidad ofrece muchísimos beneficios para todos. Beneficios que no encontraremos si prescindimos de ella. Si todo el equipo comparte las mismas habilidades, fortalezas y debilidades, su alcance de objetivos se vuelve limitado.
  • Promover la competitividad: la competitividad provoca que el foco de los trabajadores deje de estar en el objetivo común y pase a estar en el objetivo individual. Esto hace que la meta para alcanzar el que interesa, se vea cada vez más lejana.

Parte del equipo: ¿cómo actuar?

 

Trabajar una cultura colaborativa tiene numerosos beneficios para el empleado. Unos beneficios que, por supuesto, revierten hacia arriba y alcanzan a toda la cadena. Cuando detrás hay un equipo en pleno rendimiento, los trabajadores sienten que se encuentran en terreno seguro y son capaces de “florecer” y dar lo mejor de ellos mismos.

No obstante, que el equipo funcione no es solo responsabilidad de quien lo crea, sino también de quien lo integra. El trabajo en equipo debe ir de la mano de unas actitudes correctas que harán que el ambiente sea el idóneo. Estas son algunas de ellas:

  1. Compartir toda la información de la que se dispone en los momentos adecuados.
  2. Hablar y discutir las diferencias de manera respetuosa. Esto es algo recomendable en todos los ámbitos pero más cuando tienes que seguir trabajando el resto de la jornada codo con codo.
  3. Debatir y generar influencia. Para construir consenso y respuestas a la realidad que nos interpela es fundamental hablar.
  4. Asumir los errores con naturalidad. También los de los compañeros.
  5. Reconocer los logros. Un buen compañero apoya y reconoce el trabajo de los demás.

Artículo en colaboración con:

Oliva González, Psicóloga en Skopos Center y profesora de EAE.

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