El endeudamiento de las familias: luces y sombras
30 de Octubre de 2017
30 de Octubre de 2017
Por Pablo Contreras, profesor del Máster en Dirección de Marketing y Gestión Comercial de EAE Business School
La gran crisis económica iniciada en 2007 tuvo como una de sus principales causas el elevado e insostenible endeudamiento del sector privado, especialmente de las familias. Ello fue propiciado por los bajos tipos de interés en el momento del arranque de la Unión Monetaria, la gran competencia de las entidades bancarias para captar clientes y la débil supervisión por parte de las autoridades monetarias. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, fue necesario, entre otras cosas, proceder a un duro desapalancamiento que ha permitido ir reconduciendo los balances de los particulares a niveles más razonables.
Es sabido que un endeudamiento razonable permite activar la economía gracias a que propician un mayor nivel de consumido e inversión. Pero toda deuda genera obligaciones de pago, en términos de devolución del principal de la deuda y los correspondientes intereses devengados. Un endeudamiento que suponga obligaciones de pago potencialmente no asumibles por el deudor podemos calificarlo de excesivo.
Pues bien, en 2007 en España llegamos a una tasa de endeudamiento del 151% de la renta disponible de las familias, un nivel claramente insostenible y que es, gracias a diferentes factores, principalmente el gran esfuerzo de los particulares permitió situarlo en 707 mil millones de euros. Esta tendencia a la reducción del endeudamiento se ha ido repitiendo de manera consistente a lo largo del presente año, gracias a la reducción de los créditos al consumo y a la adquisición de vivienda en menor medida. Resaltar sobre este último dato que la adquisición de vivienda sigue siendo el principal factor de endeudamiento con un 76% del mismo.
Sin embargo, este proceso de desapalancamiento no se está dando de la misma forma en el contexto económico mundial. El FMI ha alertado recientemente sobre el aumento peligroso del endeudamiento de las familias, que ha pasado, en relación con el PIB, del 52% en 2008 al 63% en 2016 en las economías más desarrolladas y del 15% al 21% en los países emergentes.
Ello aumenta la probabilidad del desencadenamiento de otra crisis financiera con los graves efectos que ello tendría sobre el crecimiento económico.
Según afirma el FMI, los aprendizajes que podrían haberse extraído de la pasada crisis no parecen haber dejado poso en el comportamiento global de las familias, en términos de precaución en sus decisiones de compra e inversión.
¿Cómo evitar la repetición de una crisis como la vivida en la última década?
El organismo monetario recomienda una mejor regulación y supervisión financiera, y unos tipos de cambio flexibles. Son medidas de política económica sin duda necesarias. Pero quizás sean insuficientes si no se plantean medidas que conduzcan a un mayor alineamiento de las decisiones privadas de consumo e inversión que mitiguen el incremento de este nivel de endeudamiento. El crecimiento debe hacerse siempre de manera equilibrada y garantizando su sostenibilidad, algo sobre lo que en España hemos tenido ocasión de tener un duro aprendizaje.