La banca en un mundo sin intereses
25 de Junio de 2019
25 de Junio de 2019
Por: Agustí Sala, Redactor jefe de Economía de El Periódico de Catalunya
Cuando el Banco Central Europeo (BCE) toma una decisión, todo el mundo hace sus interpretaciones. La última ha sido retrasar aún más la subida de los tipos de interés. En lugar de a finales de este año o principios del próximo habrá que esperar al verano de 2020, o sea un año, como mínimo. Y eso siempre que no se tenga que retrasar más o incluso se tengan que tomar medidas más expeditivas si la situación económica empeora. Algo han visto las autoridades monetarias que no hemos visto el común de los mortales como, por ejemplo, una ralentización de la economía mayor de la prevista o síntomas de agotamiento que aconsejan mantener barata la financiación.
En todo caso, si las primeras demoras en los aumentos del precio del dinero ya suponían un varapalo para los bancos, ahora aún lo son más. El BCE se ha encargado de destruir cualquier esperanza en este sentido que pudiera tener el sector. Ahora a la banca no le quedará más remedio que reinventarse de verdad, diversificarse o buscar soluciones como las fusiones e integraciones para mejorar su rentabilidad. Los tipos de interés en mínimos históricos o, en concreto, en el 0% dificultan hacer negocio con la actividad tradicional, es decir, prestar el dinero al precio más alto posible y retribuirlo al mínimo. Eso va a ser muy complicado en el contexto actual y en los meses que vienen.
Esta situación de financiación barata, aunque con mayores restricciones crediticias, es muy positiva para todos aquellos que están endeudados pero no para quienes tienen ahorros que, con la inflación, pierden valor con el tiempo. Los 100 euros retribuidos al 0% a principios de año tienen un valor real de 98 o 99 euros al final del año. La misma cantidad tiene menor capacidad de compra con el paso del tiempo. Y eso sin asumir aparentemente ningún riesgo.
Si no ha recibido aún una llamada de su entidad financiera para ofrecerle algún producto distinto de los depósitos es posible que no tarde en recibirla. En la actualidad los españoles cuentan con unos 880.000 millones de euros en efectivo y depósitos que apenas retribuyen nada, cuando no pierden en realidad valor, y otros 300.000 millones en fondos de inversión.
Los bancos están invitando a los clientes a dejar de ser ahorradores para pasar a ser inversores. Y es que lo primero consiste en, como mínimo, mantener el valor del dinero. Es la actitud más conservadora pero la que a la vez, sin darnos cuenta, puede hacer perder valor real al dinero de manera silenciosa, como un impuesto que nos cobran y apenas lo notamos. Lo segundo, la inversión, conlleva una actitud activa pero también más riesgo, aunque con el beneficio (potencial, no seguro) de una mayor rentabilidad.
En todo caso, la media actual de rentabilidad de los fondos de inversión, el instrumento colectivo más utilizado, también es del 0%, como la retribución media de los depósitos, según los datos del Banco de España. En los de renta variable no es mucho mayor sino del 0,2%, aunque hay excepciones. Uno se puede preguntar ¿para qué asumir riesgos?
Los bancos tratan de captar recursos distintos a los tradicionales para obtener comisiones, una forma de compensar el desplome del margen entre el interés al que prestan y aquel al que retribuyen a los clientes. El año pasado los ingresos por intereses, 19.802 millones, bajaron un 0,9%. El margen por intereses, 12.640 millones, se redujo el 1,7%. En cambio, los ingresos procedentes de comisiones, 9.275 millones, aumentaron el 8,4% según los datos de la Asociación Española de Banca Privada (AEB).
Esto seguirá así porque la era del dinero 'gratis' durará mucho más tiempo del que esperaban los bancos. Desde marzo del 2016, el precio del dinero permanece en el 0% y así seguirá al menos hasta dentro de un año. Y además, cuando empiecen las subidas (que no se producen desde abril del 2011) serán muy graduales, con lo que nos espera un largo periodo de intereses muy bajos e incluso por debajo de la inflación.
Es lógico que los bancos, que están en pleno proceso de cambio estratégico y de modelo de negocio y amenazados por los nuevos agentes como las grandes tecnológicas y las 'fintech', traten de hacer negocio, pero cabe exigirles que compatibilicen esa actuación legítima con un trato leal a los clientes, dejando atrás prácticas que deterioraron su reputación como las preferentes o las cláusulas suelo en las hipotecas.