¿Nuevos trabajos, nuevas pensiones?
09 de Marzo de 2018
09 de Marzo de 2018
Por Javier Heredia Yzquierdo, profesor de MBA de EAE Business School
Los actuales jubilados protestan por el risible aumento de sus pensiones. Los que pronto se incorporarán miran con inquietud si podrán mantener con los niveles de pensiones actuales un estilo de vida digno. Los babyboomers y la generación X se pregunta con inquietud si podrán jubilarse alguna vez y sobre el futuro de sus pensiones. La generación Y y los millenials ni se preguntan esas cuestiones, preocupados por sobrevivir e integrarse en un sistema laboral cada vez más exigente. ¿Es el sistema sostenible? nos preguntamos todos.
Es conveniente lanzar conceptos para la reflexión. En primer lugar, no se debe hablar sólo de pensiones, sino de gasto público asociado a la edad de los pensionistas. Si vivimos más, los recursos de gasto público, no solo pensiones sino también sanidad, dedicados a los pensionistas suben. Más gasto sanitario no tiene porqué significar un aumento relativo a un mayor empleo en el sector servicios y salud.
Igualmente es inevitable ligar pensiones al empleo. Los datos arrojan que las pensiones se han mantenido mientras los salarios se resentían. Pero es la masa laboral la que sostiene el actual modelo. Los empleos cambian. La manera de relacionarnos con el trabajo está en un punto tecnológico de inflexión. La Inteligencia Artificial y la movilidad geográfica, los nuevos empleos asociados a tecnologías disruptivas como el Blockchain, la globalización. Son todos conceptos con un claro impacto en cómo van a ser las carreras profesionales y los empleos. ¿Deben cotizar los robots? ¿Qué sistema me va a pagar la pensión si he trabajado en varios países? La semana pasada discutíamos en clase la creación de un sistema de pensiones garantizado por un sistema blockchain al que cotizar donde quiera que se trabaje y a cobrar donde quiera que uno se jubile. Un concepto interesante. Mezclar la globalización, las mochilas de pensiones y el blockchain quizás sea una de las soluciones imaginativas que necesitamos para dar alternativas al sistema público obligatorio nacional, cuyo recorrido y viabilidad se encuentra ampliamente cuestionado.
Entiendo igualmente que debemos cambiar nuestra relación con el dinero. El dinero no es una recompensa por haber sido buenos, el dinero es un instrumento para poder intercambiar bienes y servicios, es una promesa, es un elemento de orden. Ya hay experimentos de "dinero a cambio de nada", como forma de observar si un aumento de la renta de los particulares dinamiza el consumo y disminuye las tensiones sociales. ¿Es una solución aplicable no sólo al problema de las pensiones sino al de subvencionar la formación continua que los trabajadores necesitamos para dar respuesta a estos nuevos empleos? Pero, esto, ¿cómo se paga? A menudo pregunto a los alumnos ¿cómo se financian los Estados/Administraciones Públicas? La respuesta más común es "los impuestos". La realidad es más compleja pero les suelo dar un titular "ingresos financieros y no financieros". Lo que comúnmente llamamos deuda y los impuestos/tasas/contribuciones que hacemos los ciudadanos y trabajadores. El vender deuda depende de la fe de los compradores en que se les devuelva el capital a su cumplimento y a que se le paguen sus intereses correspondientes. Encontrar la manera que no disminuya esa fe mientras se aplican esas políticas quizás permitiría dar soluciones a problemas complejos, ofreciendo una posible respuesta al ¿esto cómo se paga? y abriendo la posibilidad de que los nuevos trabajos creen una nueva manera de afrontar unas nuevas pensiones.