Un sin vivir
14 de Febrero de 2018
14 de Febrero de 2018
Por: Susana Carrizosa, periodista colaboradora de El País
#BrechaSalarial es trending topic estos días. Es la pena. Las mujeres llevamos años ganando menor salario por mismo trabajo. Y con todos los gobiernos. Y lo cierto es que se ha avanzado poco. Por mucho que estos días se haya convertido en un arma convenientemente arrojadiza. Lo cierto es que esta injusta discriminación acaba de alcanzar su máximo histórico. La diferencia de salarios de género se eleva ya al 30%, según el informe Brecha salarial y techo de cristal, confeccionado por la Agencia Tributaria con datos de 2016.
Así las mujeres en España perdemos cada año y de media unos 4.800 € con respecto a los salarios que perciben los hombres. Una desigualdad que está ahí, que crece y las soluciones no marchan a buen ritmo. Y es que nadie le pone el cascabel al gato. En las empresas, porque uno no va hablando de sueldos con los compañeros para establecer peligrosas diferencias y otro porque hay miedos, también comprensibles, a perder los trabajos si se consigue una hipotética unión y con esa fuerza se inician acciones. Dicho sea de paso, las empresas grandes andan más concienciadas que el mundo PYME.
Está bien lo que dice la Organización Internacional del Trabajo, OIT, al respecto, que en 70 años más este asunto se habrá resuelto. Pero digo yo que habrá que comenzar a dar pasos. Y sobre todo a demandar mayor colaboración tanto a la empresa pública como a la privada, a los sindicatos y a las inspecciones. Porque de hecho en 2015 de más de 400 empresas inspeccionadas sólo se detectó brecha salarial en cuatro ¿no suena raro?
Y el caso es que, según la Ministra de Empleo y Seguridad Social Fátima Báñez, "la Inspección de Trabajo ha realizado más de 37.000 actuaciones para vigilar la igualdad retributiva entre 2012-2017". Se sobreentiende que habrá sanciones y así otras tomarán ejemplo por aquello de cuando veas las barbas de tu vecino… dado que este país quiere seguir el modelo islandés, el primer país del mundo que tipifica como ilegal la diferencia de salarios por género, estableciendo auditorías y sanciones a las empresas que discriminen a las mujeres.
Aunque yo soy más de incentivar que de prohibir, algo en lo que estoy de acuerdo con el director general de la Fundación másfamilia, Roberto Martínez, cuando afirma que "para avanzar hay que incidir en la inclusión de cláusulas sociales, para que las empresas tengan ventajas en la contratación pública y demuestren que han reducido la brecha de forma voluntaria. O recurrir también a políticas de beneficios fiscales". Y añado yo que éstos suelen ser mano de santo.
Lo que me recuerda otra gran injusticia que padecemos a diario las mujeres y de la que poco se habla. Otra punta de lanza, la fatídica #tasarosa. La que incrementa los precios de los productos femeninos con respecto a idénticos dirigidos al consumidor masculino. La lucha ahora se centra en conseguir para determinados productos de higiene femenina el IVA al 4% destinado a los productos básicos de primera necesidad con respecto al 10% actual con el que se les grava. Esperemos que al menos para normalizar este agravio no haya que esperar esos 70 años anunciados para el fin de la irregularidad salarial.