¿Será Lagarde como Draghi?
15 de Julio de 2019
15 de Julio de 2019
Por Agustí Sala, Redactor jefe de Economía de El Periódico de Catalunya
El reto de la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde (63 años), como sustituta de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) a partir del próximo 1 de noviembre es enorme. El listón está muy alto.
Es verdad que Lagarde no estaba en las quinielas iniciales, aunque por prestigio y experiencia es una candidata a tener en cuenta para todo cargo de responsabilidad. Conservadora y feminista, tras una etapa en la que llegó a ser presidenta del comité estratégico mundial del poderoso bufete Baker & McKenzie, esta prestigiosa abogada dio al salto a la política a mediados de los 2000 como ministra en los gabinetes de los primeros ministros Dominique de Villepin y François Fillon, bajo las presidencias de la república de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, respectivamente. Como titular de Economía, el 'Financial Times' la calificó como una de las mejores ministras de esa cartera en la zona del euro.
A diferencia de las anteriores ocasiones, la elección de presidente para el BCE no ha sido autónoma, sino que ha estado vinculada a la de otros altos cargos de la Unión Europea (UE). Los predecedores de Draghi, el holandés Wim Duisenberg (1998-2003) y el francés Jean-Claude Trichet (2003-2011) cumplían requisitos de idoneidad y conveniencia política.
Esta vez la cuestión era más compleja, ya que cualquier movimiento en el tablero para elegir candidatos determinaba los siguientes. Y había múltiples combinaciones: equilibrios entre familias ideológicas, como los conservadores, los socialdemócratas y los liberales; la nacionalidad del candidato o candidata, y el género, un factor que en la actualidad también pesa.
Todas estas combinaciones hicieron que Lagarde, también con aptitudes probadas, acabara sobre el tablero, pese a que ya había habido un presidente francés del BCE (Trichet) y de que Alemania aspirara al puesto que aún no ha ocupado. De hecho, Jens Weidmann, el presidente del todopoderoso Bundesbank, se postulaba para ello e incluso moderó su discurso en las últimas semanas para dejar atrás su imagen de 'halcón' de la ortodoxia monetaria y de las políticas de austeridad, criticadas incluso desde el FMI de Lagarde.
Que la presidencia de la Comisión Europea pasara a ser ocupada por una alemana, la ministra de defensa, Úrsula von der Leyen, dejó a Weidmann, que criticó públicamente las políticas desarrolladas por un Draghi que logró frenar la crisis del euro en el 2012 con sus famosas palabras: "Haré lo que sea necesario", fuera de juego.
Y los mercados han aplaudido a Lagarde. Primero, porque no es alemana. No por reticencias a esa nacionalidad sino por identificarla con la ortodoxia monetaria.
Segundo porque la aún directora gerente del FMI se ha alineado en más de una ocasión con la estrategia desplegada por Draghi. Y tercero porque, gracias a su potente agenda de contactos y habilidad adquirida como nadadora sincronizada puede tener más facilidad en conseguir que sean a partir de ahora los gobiernos los que adquieran protagonismo para apuntalar el crecimiento a través de la política fiscal y presupuestaria y la reformas estructurales.
La política monetaria tiene poco margen ante una posible nueva crisis, como ha afirmado recientemente la organización de los principales bancos centrales del mundo, el Banco de Pagos Internacionales (BPI).
Para algunos analistas, lo que se va producir en el BCE es "un cambio de persona, pero no de política". En este sentido se disipan, de entrada, las incertidumbres, una de las variables que peor encajan los analistas e inversores.
Criticarla por no ser especialista en política monetaria pierde fuerza cuando se repasa su currículo, que le ha permitido acumular una experiencia y contactos internacionales más que probados. Ha lidiado con crisis como la griega o tensiones comerciales como la actual entre dos colosos como EEUU y China.
El tablero político ha dejado en el banquillo a otros candidatos. Además de Weidmann estaba el excomisario de Asuntos Económicos, Oli Rhen, gobernador actual del Banco de Finlandia, aunque su compatriota y predecesor en ese cargo, Erkki Liikanen, contaba con más avales. También se puso sobre la mesa el nombre de François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia; y el del actual miembro del comité ejecutivo del BCE, Benoit Coeuré. Le ha tocado a Lagarde.