Burn Out derribado: el síndrome del trabajador quemado
14 de Junio de 2019
14 de Junio de 2019
Por Victor Fermosel, Profesor de Finanzas de EAE Business School
La septuagésima segunda Asamblea Mundial de la Salud incluyó en su guía de enfermedades asociadas al empleo el síndrome del trabajador quemado o "burn out", aún recuerdo el sencillo de "burning alive" de AC/DC que siempre me recordó éste síndrome, casi siempre mal asociado a depresiones, angustia, ansiedad o estrés y nunca tratado como tal en el entorno laboral, sino algo que venía de la esfera privada del individuo y afectaba a su rendimiento.
Desde el año 2022 esto dejará de ser así, se abre una etapa de comunicación y cambio de impresiones de éste nuevo fenómeno para establecer de la manera más clara quien puede estar afectado por éste caso concreto. Lo que sí es claro es que obedece a una serie de características y actitudes muy claras que siempre están presentes cuando se desarrolla:
1. Suele afectar a gente muy comprometida con su trabajo, siempre activos y pendientes del mismo, incluso fuera de horas y con constante énfasis en hacer las cosas de manera correcta y con eficiencia absoluta.
2. Suele aparecer a lo largo de los años, y es a partir del 5º año de trabajo en la misma empresa, siempre que las labores realizadas siempre sean las mismas, cuando tiene su desarrollo en los años sucesivos si no es tratado de manera adecuada, es a partir del 8º año concretamente cuando se puede empezar a intensificar y a partir del décimo cuando sin lugar a dudas puede dar problemas graves si no es tratado de manera adecuada desde su detección.
3. Es producido por un agotamiento crónico que se alcanza gradualmente, tanto físico como mental. Que produce por sí mismo o en comunión con otros aspectos un distanciamiento psicológico del trabajo que genera incluso sentimientos negativos hacia el mismo trabajo, o de culpa, llegando a frustrar al individuo que ve imposible realizar sus tareas de manera correcta, perdiendo esa efectividad que antes tenía, lo que retroalimenta ese mal estar frustrado del individuo, provocando una desmotivación que produce sin lugar a dudas una disminución clara de la eficiencia profesional y personal.
4. No es algo espontáneo, sino que se genera gradualmente, y como tal se puede tratar. Desde hace muchos años empresas como Click4bs llevan investigando éste síndrome como tal y su tratamiento y solución, que parece pasar por la gestión de las emociones (ad intra y ad extra del mundo laboral) teniendo en cuenta que cada uno tenemos una sensibilidad y una percepción de lo que ocurre a nuestro alrededor claramente distinta. Es algo que se trata de manera individualizada y en grupo, y que las grandes empresas ya realizan, pero no en su mayoría. Aunque se habla mucho de departamentos de bienestar y felicidad no llegan a entender en muchos casos el foco o la raíz de lo que hay circundando ésta sintomatología y otras diversas, quedando sólo en la capa superficial de las mismas debido en gran parte a la falta de preparación para atender éstas casuísticas no sólo des de un modo científico, sino más transcendental, produciendo cambios en la propia vida del individuo para poder llevar a cabo su satisfacción completa.
5. Sólo puede referirse a una situación laboral, no a nada de la esfera personal del individuo, ya sea por un suceso de máxima exposición de corta duración como puede ser el fallecimiento de un familiar, o una de larga duración como puede ser una separación, por poner un par de ejemplos. Se antoja difícil separar ambas cuestiones ya que se retroalimentan, pero no parece del todo imposible.
El inmediatismo mediático y la intensidad sonora que busca el mismo, hizo que varios medios de comunicación lo consideraran como una enfermedad profesional, lo que instó a la Organización Mundial de la Salud a emitir un comunicado al respecto del error, señala la OMS que éste síndrome que hoy nos ocupa se insertó en la 11ª Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), lo cual hace considerarse a éste síndrome como un fenómeno ocupacional y no como una condición médica tratada en si individualmente, quedando inserto en los "Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud", reconociendo al burn out como un problema sanitario que se repite en el tiempo y va creciendo constantemente.
Hay que tener en cuenta que en nuestro país no es algo nuevo, ya lleva existiendo desde hace muchos años bajo otras nomenclaturas, aunque si que es cierto que no entendida desde el mundo laboral de manera claramente diferenciada. Ya desde el año 2005 el TSJ de Cataluña dictó sentencia en que se reconocía el claro caso de un trabajador quemado, una maestra, en éste caso cuyo nivel de responsabilidades era desmesurado en comparativa con sus tiempos de recuperación, entre otros aspectos que señalaba la sentencia. Lo nuevo es tratarlo desde la esfera laboral a la privada y no al revés.
Los colectivos con más riesgo son aquellos que atienden al público en general, funcionarios, maestros, médicos, hosteleros, etc. y las primeras estadísticas que conocemos de manera más fiable señalan que afecta más a mujeres que a hombres, suele aparecer en menores de 35 años, y personas sin pareja, o con familias desestructuradas, o aquellas que carecen de familiares directamente.
Cada vez se hace más necesario tratar las enfermedades de nuestro siglo, las cuales muchas las provocamos mostros mismos de manera directa con el ritmo de vida y los estereotipos que nos impone una sociedad perdida en ciertos aspectos, en la que predomina más el parecer que todo está bien que en realmente estarlo, reduciendo al absurdo inmediato al individuo dueño de sí mismo en pro del grupo dueño de la nada.