12 de Febrero de 2018
La evolución de Netflix representa un ejemplo perfecto de la teoría de la disrupción competitiva, planteando una clara ruptura del modelo convencional de monetización de la industria de contenidos audiovisuales, un desplazamiento del centro de gravedad de la cadena de valor, que establece la distribución como la auténtica clave del negocio y, por supuesto, una nueva experiencia para el consumidor que fuerza la revisión completa de conceptos como relación con el cliente, ocasión de uso, integración de la tecnología y valor percibido.
El efecto arrastre de la estrategia de Netflix tiene, por otra parte, un impacto transversal en diversas industrias adyacentes, como por ejemplo la de telecomunicaciones, en la que grandes players se apresuran a redefinir su estrategia y rol en la cadena de valor del negocio. Los grandes operadores, en su lucha por evitar la indiferenciación, han entrado de lleno en el negocio de contenidos, planteando así una interesante batalla con las empresas tradicionales y difuminando los roles competitivos. Ello condiciona, por supuesto, las nuevas alianzas y oleadas de fusiones y adquisiciones globales que estamos viendo en la actualidad y que, con toda probabilidad, seguirán en el futuro más inmediato.
El modelo de Netflix, no obstante, plantea también nuevos retos estratégicos a resolver. Al llevar al límite conceptos como movilidad, inmediatez en la disponibilidad de contenidos y exclusividad de los mismos, el crecimiento internacional intensivo de la compañía deberá dar respuesta a las demandas de una audiencia global que, sin embargo, coexiste con marcos normativos locales. Nuevos competidores luchando en un negocio en profunda redefinición y con unas perspectivas de crecimiento espectaculares, en definitiva. Netflix, sin duda, tendrá mucho que decir al respecto.
Ponencia-coloquio a cargo de Carmen Goytre, profesora del EAE Business School.