En la vida y en los negocios: "Be Water, My Friend"
27 de Mayo de 2021
27 de Mayo de 2021
Nada hay más maleable que el agua: adopta la forma que se le dé, ya sea una piscina infinita como una botella de cristal. No hay nada más vital que el agua. De entrada, sin ella, no estaríamos aquí.
Del líquido elemento podemos aprender a todos los niveles, en todos los órdenes de la vida y, por supuesto, en el mundo de la empresa. La manera en que se encauza o se libera, su infinita capacidad de adaptación. No hay resquicio por el que no se filtre, dando vida a su alrededor. En una época incierta, donde la creatividad y la cintura ancha se hacen más necesarias que nunca, el agua puede ser infinita fuente de inspiración para el emprendimiento. Sin ir más lejos, para resolver los problemas del propio agua. Según la ONU, más de 700 millones de personas no tienen acceso a agua potable y cada año aproximadamente 3.5 millones de personas mueren en el mundo por este problema o por enfermedades relacionadas con el agua.
Para Diego A. Figueroa, Juan Miguel da Silva y Juan José Márquez, fundadores de Jibu h2o, el lanzamiento de su marca les ha planteado toda suerte de retos en los que han tenido que extraer dicha inspiración para adaptarse al entorno. Cada uno de estos “afluentes creativos” llegó de un país distinto: Perú, Filipinas y México. Sus vidas, como los ríos, confluyen en Barcelona. Se conocieron en 2018 en EAE Business School, donde Juanjo y Diego estudiaban el Máster de Innovación y Emprendimiento, mientras que Miguel asistía al IMBA.
Antes del agua, fueron los cafés y las cañas de sobremesa (“más cañas que cafés”, recuerdan). Así estrecharon su amistad y sus ideas en torno a futuros proyectos. De ahí, surgió una idea puntera y ambiciosa, tanto como lo es cambiar el mundo a través de nuestro modo de consumir el agua. Jibu aspira a llevar a todos lados agua de calidad, filtrada y solidaria al tiempo en que se reduce el uso de plásticos. Nos tomamos un café virtual con Diego Figueroa para hablar sobre este reto empresarial, social y personal.
Puedo enumerar los retos a los que hemos tenido que enfrentarnos: estar en un país diferente, con un equipo que empieza a trabajar desde cero y engranar poco a poco, con recursos económicos limitados, la pandemia del Covid-19, el confinamiento… Sin embargo, hemos sabido mantenernos en pie y reponernos a cada uno de ellos, gracias al empuje del propio equipo.
Emprender un proyecto sin tener una red de contactos es un desafío. En nuestros países quizás sería más simple saber a quién acudir, qué proveedor es más conveniente, cuál es el camino más ágil. Es por eso que tardamos un poco en desarrollar bien nuestra estrategia de negocio e implementar de manera “lean” las acciones, hasta llegar al punto en el que las cosas empiezan a andar por sí mismas.
Desde el inicio, apostamos por la sostenibilidad y por ser responsables socialmente. Lo convertimos en el ADN de la empresa. De esa manera, a partir de entonces, todas las decisiones que tomáramos se darían de manera orgánica con un punto de vista que fuera más allá de simples números.
Desde el inicio del proyecto, uno de los temas que tratamos fue un emprendimiento de triple impacto. Como todo negocio, buscamos rentabilidad financiera, pero también contribuir a la mitigación del cambio climático buscando ser una alternativa sostenible y finalmente, generar un impacto social a través de acciones en determinadas comunidades.
Por tanto, planteamos donar filtros de agua a comunidades que no tienen acceso al agua potable, organizar sesiones de concienciación para jóvenes y niños con el fin de fortalecer los valores en los “ciudadanos del futuro”, participar en actividades de limpieza de playas, y muchas otras que vayan de la mano con lo ambiental y social, y todo esto desde un porcentaje derivado de los resultados de la empresa.
Ese ADN de responsabilidad social les ha llevado a ponerse en la piel de todo tipo de personas y adaptarse a sus necesidades. Por ejemplo, durante la fase de diseño del prototipo de dispensadores tuvieron que enfrentarse a distintos retos estéticos y ergonómicos. Juanjo, responsable de diseño e innovación, lideró los cambios del modelo para no dejar a nadie fuera de juego. El agua no discrimina”, dijo a sus compañeros, y, en base a esa premisa, remodelaron las Refilling Stations de Jibu, de forma que el diseño de las fuentes tuvo que adaptarse para hacerla accesible a personas con movilidad reducida. “Estamos muy enfocados en lograr generar un impacto positivo, centrados en el usuario, buscando desde nuestro lugar aportar para la mejora de la calidad de vida de las personas”.
A este respecto, la pregunta para nosotros era: ¿Por qué un bien tan fundamental para vivir tiene que estar forzosamente ligado a un elemento perjudicial como una botella plástica? Esta es la razón para que día a día sigamos empujando este coche, para poder generar un impacto positivo y brindar una alternativa más responsable, sostenible y conveniente para beber agua. Cuando surgió Jibu h2o, a raíz de un trabajo de fin de máster, la propuesta era diferente, lo que sí se mantiene desde el origen es la problemática: la contaminación producida por el consumo masivo de botellas plásticas. Vemos que se están tomando poco a poco más acciones para reducir este consumo; sin embargo, hay mucho pan que rebanar. Tenemos la suerte de haber encontrado organizaciones que son conscientes de esto y que valoran iniciativas como la que Jibu h2o propone para convertir sus espacios en “plastic free”, a pesar del contexto en el que vivimos que hace que todo sea un poco más lento, pero seguimos explorando diferentes organizaciones en Barcelona y Valencia que impulsen políticas de responsabilidad social compartida y busquen contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nos gusta creer que se está formando una ola, y en Jibu h2o, estamos nadando para montarla y surfearla.
Sin duda, y para ello debemos comunicar buenas prácticas, transmitir de manera positiva el mensaje para que la gente empatice con él. No es lo mismo decir “no consumas botellas plásticas porque está mal” a decir “puedes usar una botella reutilizable, recargar en la red de Refilling stations, y estarás aportando de esta manera”. Hoy en día las personas son más conscientes de lo que consumen y del gran problema de contaminación que tenemos; sin embargo, por más que presentes una solución muy buena, si ésta no es de fácil acceso o no es posible adoptarla como un hábito, simplemente nadie la tomará en cuenta. En este sentido, trabajar con los ayuntamientos es trascendental para generar una red y estar más cerca de los usuarios. Actualmente, por ejemplo, que se habla mucho de “mobility”: a más electrolineras (estaciones de recarga para vehículos eléctricos) distribuidas en una ciudad, mayor posibilidad de que las personas puedan usar y cargar autos eléctricos. Pues bien, las Refilling stations de Jibu h2o, son las “electrolineras del agua” y sirven para recargar de agua y mantener hidratadas a las personas, evitando el consumo de agua envasada. Para ello necesitamos la complicidad de los ayuntamientos.
Hagamos un ejercicio: imaginemos que, con el fin de disminuir la contaminación, decides usar una botella reutilizable para dejar de comprar botellas de agua. Una mañana sales a caminar por la ciudad, llenas tu botella en casa (evitas una botella de plástico). Después de un par de horas tu botella está vacía; si tuvieras la opción de ubicar una fuente de agua, que sepas que es agua filtrada, de confianza, que tiene buen sabor porque la has probado antes, y que el agua está fresca, abres tu móvil, encuentras una muy cerca de ti, caminas, rellenas tu envase (evitas otra botella de plástico). Más tarde, ese mismo día vas al gimnasio para hacer un poco de cardio, y ¡sorpresa!, aquí también tienes una Refilling station Jibu, perfecto para hidratarte mientras haces deporte (evitaste otra botella de plástico). ¡Tres en un solo día! La trazabilidad del consumo es importante para que este pequeño logro vaya tomando forma, y no solo a nivel individual, sino también a nivel organizaciones y/o comunidades: de esta manera, estas 3 botellas en un solo día pueden ser 600 botellas en una oficina en un mes o 35.000 botellas en un año, y, ¿por qué no?, tres millones de botellas en un municipio.
De sucesivas cañas surgió esta idea que los fundadores de Jibu han hecho realidad y que nos han explicado con detalle en este “café virtual”. Con la sostenibilidad y la responsabilidad social por bandera, muestran a las claras que un negocio en pleno siglo XXI no puede ni mucho menos desentenderse de los problemas de la sociedad. Antes bien, resolverlos es su razón de ser. Y qué mayor reto que el del cambio climático.