Ganadores y perdedores de la revoluciĆ³n digital
10 de Julio de 2019
10 de Julio de 2019
Por: Rafa Bernardo, periodista de Cadena Ser
Siempre que nos fijamos en la relaciĆ³n tecnologĆa-sociedad, solemos hacerlo desde la perspectiva de cĆ³mo los avances tecnolĆ³gicos impactan sobre la comunidad: ĀæSon las redes sociales positivas o negativas? ĀæCĆ³mo afecta la ubicuidad de las pantallas y su uso cada vez mĆ”s temprano al desarrollo cognitivo de los niƱos? ĀæY los sistemas digitales de monitoreo del trabajo? Es una perspectiva sin duda lĆ³gica, pero tambiĆ©n cabe contemplar el problema al revĆ©s: cĆ³mo el entramado de valores y creencias que sustentan nuestra convivencia absorbe y adopta los desarrollos de las compaƱĆas y de los centros de investigaciĆ³n. AsĆ, en vez de aguardar a ver los efectos de una nueva tecnologĆa entre nosotros, podrĆamos anticiparnos para intentar que genere los efectos sociales apetecidos y tratar de minimizar las consecuencias negativas. No se trata de orientar polĆticamente la I+D, sino de no esperar pasivamente a que surjan los "ganadores" y los "perdedores" de la revoluciĆ³n digital como resultado de la continua emergencia de tecnologĆas disruptivas.
QuizĆ” en ningĆŗn Ć”mbito se vea el problema tan claramente como en el del empleo: la economĆa de plataformas ha pillado con la guardia baja a legisladores y sociĆ³logos, de forma que a los efectos habituales de los avances digitales (mejores perspectivas para los que se familiarizan con la tecnologĆa, peores para los que no se adaptan) se les suma los problemas de una normativa y una protecciĆ³n social desactualizada. Resultado: los empleos de baja cualificaciĆ³n, que pierden protagonismo en la nueva economĆa, tienen la desventaja adicional de que les afecta el lado malo de las nuevas tecnologĆas (control por geolocalizaciĆ³n, algoritmos que reparten la carga de trabajo con criterios impersonales -a veces, deshumanizados-, comunicaciĆ³n constante por parte de la empresaĀ ). El epĆtome: los repartidores o riders, y el sĆntoma, la cascada de procedimientos judiciales que se resuelven en sentidos contrapuestos tratando de dilucidar su status exacto en el sistema productivo.
El problema se repite con otros Ć”mbitos: el de los alquileres, el de transporte de pasajeros con conductor, el de la movilidad urbana en general (hace un aƱo, en Madrid eran desconocidos los ahora ubicuos patinetes alquilables mediante app)... Todos, Ć”mbitos muy importantes para la vida de las personas (trabajo, vivienda, desplazamiento) y en los que las nuevas tecnologĆas han producido notables alteraciones en los precios y/o conflictos sociales importantes (como el que se desatĆ³ a consecuencia de la oposiciĆ³n de los taxistas a la normativa de los VTC). Y la situaciĆ³n no harĆ” sino agravarse en cuanto se desplieguen, al contacto con la realidad, todos las potencialidades (y peligros) de tecnologĆas quizĆ” no tan materiales pero igualmente importantes como la Inteligencia Artificial, el big data, o el Internet de las Cosas, que afectarĆ”n sin duda de formas no pensadas hasta ahora a Ć”reas como la protecciĆ³n de datos o la responsabilidad civil, por citar algunas de las mĆ”s evidentes.
Ya hay quienes proponen nuevas formas de legislar, adoptando modelos iterativos y revisables segĆŗn los resultados, en vez de las habituales normas pensadas para durar mucho tiempo, o creando Ć”mbitos acotados en los que se aplican primero las nuevas tecnologĆas antes de liberarse al conjunto de la sociedad (el sandbox, como el que estĆ” previsto en EspaƱa en relaciĆ³n con las fintech). QuizĆ” resulte ya del todo imprescindible la creaciĆ³n de un Consejo de la Nueva EconomĆa, en el que participen especialistas en tecnologĆas disruptivas, para evaluar los potenciales impactos sociales de los desarrollos mĆ”s innovadores, y que incluyan el anĆ”lisis de las experiencias vividas ya en otros paĆses (quizĆ” asĆ hubiĆ©ramos podido ahorrarnos en distintos ayuntamientos meses de bandazos jurĆdicos en relaciĆ³n con los patinetes elĆ©ctricos, que habĆan alcanzado a muchas grandes urbes del mundo antes de aparecer en las calles espaƱolas). Incluso se podrĆan adaptar organismos ya existentes para esa tarea, como por ejemplo el Consejo EconĆ³mico y Social espaƱol. Sea cual sea la opciĆ³n que se tome, es ineludible actuar para evitar que avances con un fantĆ”stico potencial para mejorar la vida de las personas acaben empujando a cada vez mĆ”s colectivos a la categorĆa de "perdedores" de la economĆa digital por falta de previsiĆ³n.
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