La economía colaborativa también en los seguros
01 de Febrero de 2017
01 de Febrero de 2017
Por: Manuel Moreno, profesor del Master en Bolsa y Mercados Financieros de EAE Business School
El desarrollo de las redes sociales, las nuevas tecnologías y una nueva generación: los millennials (que utilizan al máximo las posibilidades de internet), han propiciado el desarrollo de una nueva forma de consumir: el P2P (peer-to-peer). Se basa en el intercambio y el apoyo mutuo entre iguales, sin ánimo de lucro y con una menor necesidad de propiedad. Así en los últimos años se han desarrollado empresas como Uber, Wikipedia, AirBnB, carsharing Avancar, empresas de Crowdfunding (financiación conjunta de proyectos) o Blablacar. Prácticamente cualquier necesidad se puede cubrir de forma colaborativa.
En el sector de los seguros han surgido plataformas como Teambrella, Friendsurance o Consuelo, en las que se unen grupos de personas con un mismo tipo de seguro. Ponen en común sus primas y, si el importe de los siniestros no excede el total de primas, todo el grupo se beneficia del ahorro. No deja de ser un concepto muy similar al mutualismo que ya conocemos, pero que los millennials perciben como menos transparente. Este perfil de consumidor se fía más de los comentarios en internet de otros usuarios que de una compañía tradicional.
Desde un punto de vista técnico no existen problemas para asegurar esta actividad, de la misma forma que se aseguran colectivos, inmuebles alquilados o una flota de vehículos. Otro asunto es el incremento del riesgo que puede suponer el mayor uso y el posible aumento de los siniestros por una falta del sentido de la propiedad (hay una desconexión entre propiedad y usuario). No olvidemos que el seguro necesita de un riesgo razonable (que permita una prima asumible) y un número suficiente de asegurados para que se cumplan las estadísticas. En este sentido el big data y el uso de dispositivos para mesurar conductas pueden ayudar.
Por otro lado, la compañía de seguros debe conocer el uso que se está dando al objeto asegurado y, en su caso, autorizarlo. Podría tratarse de un agravamiento del riesgo y por lo tanto su comunicación es obligatoria. Pensemos que en el seguro tradicional se liga el conocimiento de la persona usuaria con el bien asegurado y esta circunstancia se rompe en la economía colaborativa.
Por parte del consumidor también hay una pérdida del sentido del riesgo: si no tengo bienes tampoco necesito seguros... Un error que puede costar caro. Hay que desarrollar seguros de corta duración para cubrir esta necesidad.
El P2P trae grandes ventajas para el consumidor: proporciona unos precios ajustados y es más transparente. Desde el punto de vista de la sostenibilidad económica también: ayuda al cuidado del medio ambiente y optimiza los recursos.
Estamos en el siglo de la RSE (Responsabilidad Social de Empresa) que toma forma en el Pacto Mundial de las Naciones Unidas. Esta iniciativa recoge una nueva mentalidad que se está concretando en la necesidad de una economía sostenible. Se insiste en ello desde todos los estamentos, desde la política con el aumento de votos a partidos que promueven la sostenibilidad a iniciativas como la Directiva 2014/95/UE del Parlamento Europeo, y del Consejo que avanza en la necesidad de la divulgación de información no financiera (medioambiente, derechos humanos, corrupción) de las empresas, así como la Laudato del Papa Francisco sobre medio ambiente y respeto a la persona. Creo que en este contexto la economía colaborativa ha llegado para quedarse y crecer.
Con respecto a su legalidad hay que recordar que los seguros no pueden asegurar actividades ilegales. Este es un aspecto que puede dar problemas, pues existen algunos conflictos legales y fiscales con los servicios y productos que ya existen. Necesitamos una regulación clara para que los usuarios del P2P no se encuentren en una indefinición legal y, por lo tanto, sin derechos.