A nuestra manera
21 de Noviembre de 2017
21 de Noviembre de 2017
Por: Susana Carrizosa, periodista colaboradora de El País
El caso es que lo sabemos. Y así lo corroboran estudios como el de la Asociación de Empresarios de Madrid, que estima que el 90% de los asistentes a un acto de networking logra varias oportunidades de negocio. Y otro informe de El Club del Emprendimiento y Gin Mare asegura que la mitad de los empresarios, pymes o autónomos cierran acuerdos en estos eventos.
Aun así las mujeres no acabamos de entrar por ese aro. Nos cuesta. Las horas de oficina, las reuniones, las llamadas, contestar correos o los viajes copan jornadas laborales organizadas al máximo que poco dejan a ese otro espacio laboral que se organiza en afterworks. "Trabajar la red de contactos es la gran asignatura pendiente de la mujer directiva y mando intermedio -asegura Lidia Pérez, directora general de Referencia2- dado que, en términos generales, la mujer no considera el networking como una parte de su trabajo".
Y no es solo un tema de conciliación. La mujeres raramente emplean horas de trabajo en organizar la agenda de contactos, en incrementarla, mantenerla viva o mandar mensajes. De hecho, en la composición de la red profesional por excelencia Linkedin, según el Informe de Penetración de Internet, Redes Sociales y Tecnología AB Research, el 47% son mujeres y el 53% hombres. Y como asegura un análisis de otra red profesiona,l Xing, las españolas son menos activas y tienen menos contactos que sus homólogos masculinos, ya que éstos detentan un 62% más de contactos que ellas, y forman parte de un 50% más de grupos de debate, envían un 71% más de invitaciones y se inscriben en eventos un 60% más que las mujeres.
Llegados a este punto, algo no me cuadra, porque en el ADN de la mujer está implícito el gen de las relaciones públicas. ¿No será que las mujeres lo hacen de otra manera? Por lógica si el 70% de los directivos en este país son hombres, los modos y maneras de hacer negocios, relacionarse o buscar socios o partners son netamente masculinos. Rompamos una lanza y reinventemos el networking en femenino, relacionándonos donde nos guste y a nuestra manera. No por cuotas o sexismo sino porque la mente colectiva en este terreno no corre a nuestro favor.
Aprendamos de las mejores. La emperatriz de los contactos Josephine de Beauharnais, esposa de Napoleón Bonaparte, fue el mejor diplomático del general francés. Su propio matrimonio fue el éxito de las conexiones sociales que ella misma se buscó. En sus bailes, recepciones o partidas de caza, haciendo gala de su excepcional memoria, siempre recordaba el nombre de sus invitados y los presentaba según sus aficiones para obtener al calor de sus conversaciones acuerdos, convenios, amistades y prerrogativas favorables al Emperador. Una actitud en línea con la de otras señoras que en afamados clubes de cartas, de juegos de mesa o bridge despliegan con gran profesionalidad sus intereses sociales.
Y no es que a la mujer le dé vergüenza entablar contactos únicamente para hacer negocios, como me aseguraba un directivo. Es que la mujer va más allá. Busca aprobación en ese lenguaje no verbal, además de entender a esa persona, que le guste y sienta que conecta para desarrollar ulteriores conexiones. Porque precisamente de esa empatía dependerá que haya éxito empresarial. Y no es que el hombre haga negocios y las mujeres amigos, es que la mujer, al puro estilo oriental, busca antes que nada la confianza y conexión en un socio para su empresa o negocio.