Decálogo para una relación sana en el universo del data. Por Andreas Weigend
07 de Diciembre de 2021
07 de Diciembre de 2021
El big data y la economía de la post-privacidad se han abierto camino rápidamente. La recopilación de los datos ha sido aceptada por la mayoría de personas, algunas lo han hecho de manera consciente, otras, por la necesidad de beneficiarse de las distintas aplicaciones. “¿El cliente entiende el valor que obtiene cuando les pides que compartan datos contigo?”, se preguntó Andreas Weigend, ex directivo de Amazon, en su ponencia durante la Reunión Anual Alumni 2021 de EAE Business School.
Weigend, profesor de Standford y autor de “Data for the people”, jamás pensó que, como físico, acabaría liderando el equipo científico de Amazon. Desde allí repensó las preguntas fundamentales detrás de los números porque, dice, los datos “no están muertos”.
EL ABCDE de Amazon
Su experiencia en Amazon le sirvió para adquirir de primera mano una serie de conocimientos sobre la cultura en la que nos movemos que resume en cinco palabras:
Atención: “El mundo compite por vuestra atención”. Las empresas, en un entorno hipercompetitivo, necesitan interesar y ser interesantes para el cliente, el centro de la acción.
Belonging (Pertenecer): Todos necesitamos identificarnos con un grupo, pertenecer a algo más grande que nosotros.
Curiosidad: Se relaciona con las preguntas, las buenas preguntas. La curiosidad se forja desde las cuestiones que nos hacemos.
Datos: Los datos, dice Weigend, sirven para mejorar las preguntas. No son relevantes por sí solos, ni deben ser el punto de partida.
Experimentación: Relacionado con la curiosidad, es la vía necesaria para arrojar luz sobre los datos y los interrogantes que nos hacemos.
Decálogo de usuarios y empresas
Cuando Weigend vivió en China se quedó impresionado con el nivel de vigilancia existente a partir de los datos. “Cualquier persona que crea en la privacidad no se da cuenta de la cantidad de datos que se recogen de nosotros”, señala. Y no sólo en China sino en todo el mundo. Sin ir más lejos, Google sabe más de nosotros que nosotros mismos. “Muchos no enseñarían a sus parejas las preguntas que hace a Google”, señala Weigend, “en cambio, no les importa que las sepa Google”. La cuestión de la privacidad ha dado un giro de 180 grados con la tecnología y es necesario buscar un equilibrio perfecto entre exploración y explotación de lo que compartimos. Para ello, el profesor lanza diez puntos divididos entre usuarios y empresas que facilitarían una relación sana en el universo del data.
Decálogo para una relación sana en el universo del data
Derechos de los usuarios:
1. Accesibilidad: El cliente debe tener acceso en todo momento a ellos y poder inspeccionar las refinerías de datos.
2. Enmienda: El contrato no debe ser de por vida. Tiene que existir la opción de revocarlo en cualquier momento..
3. Difuminación: La precisión de los datos es enorme y esto es un peligro para la seguridad. El derecho a la difuminación supone, por ejemplo, que en lugar de localizarnos exactamente, exista un arco de metros.
4. Experimentación: Que el propio usuario pueda experimentar con sus datos, no solo las empresas.
5. Portabilidad: El interesado debe poder llevarse sus datos donde quiera.
Normas de las empresas:
6. Objetivos: Entender que recopilar datos no es el objetivo en sí, sino que estos son la herramienta necesaria para dar respuesta a las necesidades.
7. Repercusión: Centrar el uso de datos en acciones y decisiones que repercutan en el cliente.
8. Claridad: Hacer explícito lo implícito en un contrato de cesión de datos.
9. Transparencia: Abrazarla de cara al cliente y mostrar qué hay en juego.
10. Respeto: Deriva de la anterior y supone empoderar al usuario, tratarlo con dignidad en el proceso.
Confianza, la palabra mágica
La propiedad de los datos es clara y pertenece a la persona que los cede. Weigend, que asesoró a la canciller Angela Merkel en esta materia, aboga por imponer multas superiores al beneficio obtenido por las empresas que hagan un mal uso de los datos. Sin justicia, también en este mundo a menudo difuso de la post-privacidad, no puede haber confianza de los usuarios hacia las empresas.
Actualmente, todo se puede medir y predecir. Nuestra propia voz al teléfono puede servir para determinar nuestra salud y en base a ello asegurarnos o no en un seguro médico. ¿De qué o de quién podemos fiarnos en internet? Tampoco de nosotros pueden fiarse los demás. Enseñar las consecuencias de los datos es un paso para que la sociedad entienda la importancia del uso que se hacen. “Alfabetizar los datos”, ese es precisamente el consejo que Weigend dio a Angela Merkel para que, poco a poco, las relaciones entre empresas y clientes sean más sanas, conscientes y transparentes en la economía del big data.