En la mente de Paula Malia
13 de Enero de 2022
13 de Enero de 2022
La creatividad nos desborda cuando somos niños, hasta tal punto, que somos capaces de imaginarnos siendo partícipes de otros mundos con todo lujo de detalles. Vaqueros del viejo Oeste, médicos en un quirófano, guardianes de la galaxia… Algunos pocos elegidos incluso han tenido la habilidad para convertir ese juego de creatividad en su profesión actual, como en el caso de nuestra entrevistada.
Marina Castells
Con el propósito de seguir imaginándose en mil mundos diferentes, Paula se matricula en arte dramático en la escuela Eòlia de Barcelona. Desde ahí, su trayectoria como actriz ha tocado todas las áreas posibles. Papeles en programas de TV como “Crakòvia”, o series como “Cities” y “L’última nit del karaoke”. Protagonista en producciones teatrales como “La importancia de ser Frank” e interpretaciones en la gran pantalla como en “Gente que viene y Bah”, “Animals”, o “Inocentes”.
Eso sí, su gran salto a la fama ha llegado de la mano de la plataforma Netflix. Gracias a series como “El Vecino”, “Bienvenidos a la familia” , “Loco por ella” o “Valeria”, donde desempeña una actuación aclamada por la crítica en su papel de Carmen, una de las amigas de la protagonista.
©Bernardo Doral. COSMOPOLITAN.
Pero, ¿qué es lo que pasa por la mente de una actriz? ¿Cómo logra meterse en la piel de un personaje con esa facilidad? o, algo más común incluso, ¿cómo hace para sobrellevar los nervios del escenario o la incertidumbre de no saber cuál será su próximo trabajo? Hoy nos metemos en la mente de Paula para saber todo lo que pasa en ella a la hora de trabajar y sacamos algunos consejos que, sin duda, nos ayudarán en nuestro día a día aunque no nos dediquemos a actuar sobre las tablas.
Foto 1: ©Bernardo Doral. Fotos 2 y 3: ©Marina Castells.
En los momentos más duros me obligaba a recordar lo feliz que me hace mi trabajo, la sensación que siento al estar encima de un escenario, en medio de un rodaje o en una sala de ensayo. Me centraba en mantener la calma y seguir trabajando, a modo de hormiguita, paso a paso. Mi trabajo, como muchos, es una carrera de fondo.
Creo que es importante tener sueños, no tener miedo a desear cosas, y trabajar duro para que se materialicen. Aunque también hay que tener cuidado con la cultura del “si quieres, puedes”, esa cosa capitalista que nos han metido en la cabeza y que, a veces, puede convertirse en un pozo sin fondo de frustración. No todos partimos del mismo lugar y las oportunidades no siempre son las mismas. Hay que ser conscientes de los privilegios. Aún así, creo que el día que dejas de soñar, te mueres un poco. Espero que no me pase nunca.
Es un miedo que sigo afrontando día a día. Y no creo que me abandone nunca, simplemente cada vez lo toreo mejor, ja, ja, ja. Pensaba que este miedo iba a desaparecer al aumentar el número de proyectos y tener más trabajo, pero nunca se va del todo, y al hablar con actores y actrices que se han pasado la vida trabajando sin parar, me confiesan que tampoco dejan de tenerlo. Mi manera de torear el miedo se basa en la confianza. Confiar en que mi trabajo va a dar sus frutos, en el equipo de gente que me rodea, vivir el día a día y confiar en que las cosas, de una manera u otra, saldrán. La vida no siempre te da las cosas tal y como tú quieres, pero creo que en esas curvas inesperadas se esconden grandes vivencias. Solo hay que aprender a surfearlas.
Cuando estudiaba tuve una profesora que nos decía “partir de uno mismo, pero partir”. Esa frase la llevo grabada a fuego. Creo que, por muy camaleónicos que seamos como actores, nunca podemos huir del todo de uno mismo. Realmente nunca llegaremos a ser otra persona que no sea uno mismo. Lo bueno es que uno mismo es infinito. Todos tenemos mil caras; solo hay que estar dispuesto a buscarlas y a mostrarlas. Yo no soy exactamente la misma cuando estoy con mi madre, con mi pareja, en una entrevista de trabajo o comprando el pan. Si esas distintas caras las estiramos como un chicle, podemos llegar a sitios inesperados, y eso es lo que nos vuelve más empáticos. Creo que todos seríamos capaces de casi todo, dependiendo de los antecedentes y las circunstancias.
Para mí, el aprendizaje más importante ha sido aprender a no tomármelo como algo personal. No te están diciendo que no a ti, sino a una propuesta que les has hecho. Creo que es importante separarlo. Y también ser consciente que ese “no” se debe a mil decisiones que se han tomado y que la mayoría de veces no dependen de ti. Tú puedes haber hecho una magnífica prueba y no encajar por ser demasiado alta, demasiado joven, demasiado mayor… Lo importante es estar satisfecha con mi trabajo y, a partir de ahí, dejar que el resto decida.
Mentiría si no dijese que antes de un estreno tengo ganas de vomitar siempre, ja, ja, ja. Por suerte, a la que piso el escenario, esos nervios desaparecen. Creo que en gran parte lo hacen porque me doy cuenta de que estoy preparada para afrontar ese reto. “Has hecho los deberes. Estás lista. Confía”. Eso es lo que me repito antes de salir a escena. Además, nunca estoy sola, siempre tengo al lado compañeros que me respaldarán si algo. Así que lo único que nos queda por hacer es disfrutar del viaje, que por eso lo hacemos.
Mi trabajo siempre se ve como una labor muy individualista. Cada uno tenemos nuestra carrera, con nuestros éxitos y nuestros fracasos, pero creo que esa visión no puede ser más errónea. En mi profesión, como en muchas otras, es vital el trabajo en equipo. No llegas a ningún lugar si juegas solo. Hay que aprender de los demás, dejar de comparar y empezar a sumar. Agradezco que sea así porque me parece mucho más divertido y humano.
Artículo en colaboración con: Paula Malia, @paulamalia