Tips para combatir el síndrome postvacacional
07 de Septiembre de 2021
07 de Septiembre de 2021
Todo iba bien hasta ahora. Levantarse sin despertador, la siesta en la playa, el sonido del mar, los viajes con amigos… Lo cierto es que las vacaciones nos dan la vida, literalmente. El descanso y la desconexión se consideran una necesidad para los trabajadores y la ausencia de esto puede acarrear graves consecuencias. Un ejemplo claro lo podemos encontrar en la cultura nipona. Donde el “Karoshi” o la muerte por exceso de trabajo se lleva la vida 10.000 trabajadores al año según distintos activistas del país.
Todos compartimos la idea de las vacaciones, pero no lo de que se acaben tan rápido. Ya en 1910 , el presidente de los Estados Unidos Howard Taft exponía la duda de si eran necesarios más meses de estas para mejorar la energía y la efectividad de los trabajadores y planteaba una duración de 2 a 3 meses. Lamentablemente, Howard Taft ya no está con nosotros y no puede hacer nada para posponer nuestra inminente vuelta a la rutina.
Cansancio, apatía, somnolencia, dificultad para concentrarse, añoranza por volver a nuestra rutina anterior... lo cierto es que la vuelta al trabajo puede traer consigo algunos inconvenientes si no sabemos reincorporarnos como es debido. Según un estudio de Lee Hecht Harrison, el 41% de los trabajadores españoles sufren depresión postvacacional.
Y es que, casi nadie agradece volver a trabajar después de un tiempo de descanso, pero para algunos puede convertirse en un acontecimiento traumático. Por eso hemos querido hablar con Teresa Bernabé, psicóloga y profesora de EAE para que nos ayude a hacer nuestra vuelta al trabajo mucho más fácil y a combatir los síntomas del síndrome postvacacional.
Habitualmente llamamos síndrome postvacacional al estado de ánimo con manifestaciones, tanto físicas como psicológicas, que se producen en el proceso de adaptación a la rutina del trabajo tras un periodo de vacaciones, cuando esta se percibe de forma negativa (sobrecarga de trabajo, obligaciones, relaciones tóxicas, rigidez de horarios, tareas poco motivadoras, responsables sin empatía...etc.) Por lo tanto, no hablamos de una enfermedad sino de un trastorno adaptativo transitorio.
La probabilidad de que aparezca está asociada con estos tres factores: Percepción negativa del entorno, extensión del periodo vacacional (Cuanto más largo más difícil es la adaptación, dado que nos ha dado tiempo a generar nuevos hábitos y mayores dificultades de retomar la tarea en el punto que se dejó) y la predisposición y capacidad adaptativa de la persona.
No se produce siempre, ni a todas las personas les afecta por igual, ni en los síntomas ni en su intensidad. Lo que sí es habitual es la doble manifestación de síntomas tanto físicos como psicológicos:
Algunos de los más habituales son el cansancio, dolor de cabeza, insomnio, malestar general y variaciones en el apetito, y otros que influyen en nuestro estado emocional como la apatía, ansiedad, desmotivación, tristeza, irritabilidad, baja concentración, preocupación excesiva.
El componente de novedad que supone un nuevo curso: nuevas asignaturas, experiencias, compañeros… hace que en los estudiantes se amortigüe esa percepción de vuelta a una rutina poco deseada u hostil. Por lo que el síndrome postvacacional es menos intenso aunque no infrecuente en el entorno estudiantil. En todo caso, también hay otra diferencia y es que aparece antes (los días previos a la incorporación a las aulas) y desaparece antes debido a que el entorno del nuevo curso requiere poner en marcha la capacidad de adaptación no sólo a los factores rutinarios sino a los novedosos.
Promoviendo una adaptación progresiva, evitando una carga de estrés excesiva los primeros días, con planificación, buscando proyectos motivadores tanto a título profesional como personal.
Desde mi punto de vista, la prevención del síndrome postvacacional comienza antes de abandonar la oficina, dejando todo previsto para un aterrizaje suave (soft landing) y no uno forzoso.
Imagínate la peor situación: te fuiste con mucho trabajo por terminar y temas a medio cerrar, apuraste en la playa hasta el último día y regresas el mismo día que todo el mundo. Si a eso le añades que te levantas con el tiempo justo para sufrir el atasco y llegar apurado…. Prepárate para un día de infarto, el síndrome postvacacional estará garantizado.
Artículo en colaboración con: Teresa Bernabé del Barrio, Socia Directora de Galaris Desarrollo, Consultora de Desarrollo de Personas y Organizaciones, Psicóloga especializada en RRHH y profesora de EAE.