La Edad de Oro del emprendimiento cultural
27 de Marzo de 2017
27 de Marzo de 2017
Por: Rafael Bernardo, periodista de Cadena Ser
¿Hay algún tipo de arte con más barreras de entrada, a priori, que la ópera? Ir es caro, es complicado a veces conseguir entrada, hay que arreglarse, la música es en muchas ocasiones difícil de entender, se canta en otro idioma, hay una serie de códigos culturales (por ejemplo, cuándo se aplaude) que hay que aprender… vaya, hay que tener muchas ganas (además de tiempo y de dinero) para aficionarse al género.
Pero la innovación y la tecnología, como con tantas otras cosas, ha logrado en los últimos años, si no eliminar, sí reducir notablemente esos obstáculos para que prácticamente cualquiera con algo de interés pueda disfrutar de este arte: ahora se puede ver en el cine, en casa con los servicios de emisión en directo por internet que ofrecen algunos teatros, y distintas startups ofrecen productos como las gafas que le permiten a uno leer el libretto en su idioma durante la representación o incluso tuitear "¡Bravo!" en los mejores momentos, por citar sólo unos pocos ejemplos.
La ópera es un ejemplo extremo, en el que todavía queda mucho por avanzar, pero la revolución tecnológica ha permitido que la cultura, incluso la más elitista y arcana, sea mucho más accesible y –esto es lo más importante- empiece a ser rentable para los creadores después de sufrir durante años la piratería por internet: como subraya Farhad Manjoo en un reciente artículo en el New York Times, en los últimos tiempos los consumidores se han acostumbrado a pagar por los contenidos online, tanto por compras concretas como bajo el modelo de suscripción.
Y no sólo son las grandes plataformas las que ganan con esto: la combinación de tecnología con consumidores que compran está generando oportunidades para los creadores más pequeños, más 'indies', más nicho. Un ecosistema floreciente que se caracteriza por:
- La diversidad de medios de expresión artística: más allá de las artes tradicionales, como la pintura o la música, todas las posibilidades que dan la tecnología, la interactividad y la accesibilidad de los mecanismos para producir contenidos multimedia permiten a equipos muy reducidos o unipersonales crear arte con los videojuegos o las series online.
- La diversidad en las voces: con la posibilidad de autoeditarse, de financiarse con las plataformas de mecenazgo o crowdfunding y de tener eco y repercusión en publicaciones especializadas que tienen alcance global, los creadores pueden sortear los medios editoriales tradicionales y su lógica económica y cultural, tendiente a apoyar sólo lo que favorezca a su cuenta de resultados y, por tanto, refractaria a los contenidos demasiado audaces, disruptivos o, sencillamente, diferentes a lo habitual.
- La sencillez de las herramientas de publicación/financiación: el artista se convierte en una suerte creador/emprendedor, que puede autogestionar la parte de negocio sin por ello restar fuerzas a su impulso creativo: un músico puede, por ejemplo, gestionar su cuenta en bandcamp, o un creador multimedia en itch.io, con mucha facilidad.
Cuando pensamos a qué sectores han beneficiado más los avances tecnológicos de los últimos años quizá lo primero que se nos ocurre no es la cultura, pero atentos: podemos estar a las puertas de una explosión de contenidos en todo tipo de plataformas, escuchando todo tipo de voces diversas, que permite a los creadores emprender y vivir de su arte. Una suerte para todos.