La sanciĆ³n a Apple
07 de Septiembre de 2016
07 de Septiembre de 2016
Por: Daniel Vaccaro, fiscalista y profesor de EAE Business School
Esta semana se ha conocido la decisiĆ³n de la UE de reclamar a Apple el pago de 13.000 millones de euros en impuestos no pagados a Irlanda, por considerar que el pacto fiscal que DublĆn ofreciĆ³ a la multinacional debe considerarse una ayuda ilegal de estado.
La direcciĆ³n de Apple y el propio gobierno irlandĆ©s (cada vez mĆ”s dividido) han dicho que recurrirĆ”n la decisiĆ³n, asĆ que falta tiempo para conocer el desenlace de este duelo de titanes. Es sin embargo urgente (en realidad hace mucho que lo es) plantear ciertas reflexiones sobre esta interesantĆsima cuestiĆ³n. Ā
La voz de la sociedad civil es cada vez mĆ”s firme al reclamar que las grandes multinacionales contribuyan de un modo justo a sostener los paĆses en que obtienen sus beneficios. Europa es fantĆ”stica para vender productos de consumo, claro. La seguridad, su red de transporte e infraestructuras, su estabilidad, sus derechos socialesā¦, de todo ello se beneficia Apple al vender sus mĆ³viles. Pero atenciĆ³n, todo esto cuesta dinero. Mucho y cada vez mĆ”s.
Aumentar (otra vez) los impuestos al consumo (luz, cultura, serviciosā¦) o a los que pagan trabajadores y autĆ³nomos es una soluciĆ³n; pero mucho mĆ”s lacerante que detener las insolidarias rebajas fiscales que algunos gobiernos llevan aƱos ofreciendo secretamente a centenares de multinacionales. Luxemburgo, BĆ©lgica, Irlandaā¦ son lĆderes en una carrera hacia el precipicio por atraer inversiones cuyo resultado final es que todos los paĆses recaudamos menos. En este Ćŗltimo caso, el beneficio por las ventas de Apple en toda Europa ha quedado prĆ”cticamente sin tributar, ahĆ es nada.
Irlanda puede legĆtimamente atraer a grandes empresas con fiscalidad ventajosa y flexibilidad laboral; ya lo ha hecho con Google, Facebook o Apple creando un clĆŗster tecnolĆ³gico sin parangĆ³n en Europa. Pero el rugido del tigre celta no debe ser a costa de sus socios comunitarios. Rescatada y con el impuesto empresarial mĆ”s bajo de la UE (un 12'5% frente a una media del 25% en la UE), Irlanda no puede pretender ademĆ”s dejar sin tributar los beneficios de estas empresas obtenidos en toda la UniĆ³n Europea, mĆ”xime en una deseada uniĆ³n fiscal. Por otro lado, las reglas del juego empresarial deben ser transparentes e iguales para todos, o por lo menos no mĆ”s fĆ”ciles para los mĆ”s fuertes.Ā Ā
Apple se defiende diciendo que crea 5.000 empleos en Irlanda, dato que causa una buena primera impresiĆ³n. Pero estarĆa bien conocer la respuesta de los otros empresarios de Irlanda, de los propietarios de los famosos pubs irlandeses, de los arquitectos, abogados, tenderos, ganaderos irlandesesā¦ Todos estos pequeƱos y medianos empresarios crean el grueso de los millones de puestos de trabajo de Irlanda. La pregunta brota a presiĆ³n: Āæpor quĆ© ellos deben pagar mil veces mĆ”s impuestos que Apple?
Se habla tambiĆ©n de la inversiĆ³n en su sede y en I+D. Hay otras vĆas para premiar la inversiĆ³n en nuevos productos: con un lĆmite porcentual en la cuota y para todas las empresas. Y ya que hablamos de inversiĆ³n, pensemos en quĆ© nos gustarĆa ver invertido ese dinero: ĀæcuĆ”ntos proyectos de mejora de nuestro precario medio ambiente, cuĆ”ntos proyectos de investigaciĆ³n de enfermedades, cuĆ”ntas becas podrĆan otorgarse con los 70.000 millones de euros en los que se estima āanualmente, atenciĆ³n- los impuestos no pagados por la planificaciĆ³n fiscal agresiva de las multinacionales en Europa? Es imaginarlo e indignarse. Yo no lo cambiarĆa por un mĆ³vil que funciona bajo el agua. ĀæY usted?
Estas empresas afirman cumplir las leyes fiscales (incluyendo generosamente en esta categorĆa ciertos tax rulings que pecan de secretismo y son una ofensa a la libre competencia), pero no serĆa la primera vez que una ley injusta (aquĆ por insolidaria y hecha a medida) choca con principios jurĆdicos de mayor jerarquĆa. El progreso jurĆdico requiere a veces cambiar leyes injustas. Ā Se dice que el punto ciego de una generaciĆ³n es una situaciĆ³n percibida como injusta pero que aĆŗn asĆ se soporta durante aƱosā¦.hasta que la generaciĆ³n siguiente logra cambiarla. Ya ocurriĆ³ con el sufragio femenino hace 100 aƱos, o con los derechos civiles negados legalmente a muchas minorĆas hasta hace solo 50 aƱos. Ahora ambas cosas nos resultarĆan inaceptables. Hoy en dĆa Google, Facebook, Starbucks, ā¦ las empresas mĆ”s poderosas del planeta pagan menos impuestos por sus beneficios que cualquier jubilado medio por su menguante pensiĆ³n. ĀæLo aceptarĆ”n nuestros nietos? ĀæEstamos frente al punto ciego de nuestra generaciĆ³n?
Los grandes paĆses han avanzado mucho en crear una nueva fiscalidad justa y adaptada a la globalizaciĆ³n. El proyecto BEPSA (Plan de AcciĆ³n contra la ErosiĆ³n de Bases Imponibles y DeslocalizaciĆ³n de Beneficios (BEPSA, por sus siglas en inglĆ©s), es un plan con 15 acciones concretas que pretende acabar con el divorcio geogrĆ”fico entre la actividad real y la (no) tributaciĆ³n del beneficio, pero su implementaciĆ³n es exasperantemente lenta, y mientras tanto la recaudaciĆ³n perdida cada aƱo es una cifra descomunal y una bofetada al contribuyente medio.
La decisiĆ³n de la UE sobre Apple se antoja un verdadero punto de inflexiĆ³n en este tema. La reacciĆ³n de los otros gobiernos de la UE, a los que el informe ha puesto en bandeja iniciar acciones de reclamaciĆ³n por los beneficios obtenidos en su territorio, serĆ” tambiĆ©n un factor clave. A nadie le gusta ir en solitario a ponerle el cascabel al gato. Por eso es necesaria la uniĆ³n de los grandes paĆses (a cuyos consumidores las multinacionales ni quieren ni pueden renunciar), la altura de miras de sus estadistas en esta cuestiĆ³n que nos afecta a todos.
El tema se presenta apasionante. Ā