China: el "Shadow Banking", cuyo colapso podría afectar gravemente al resto bancario del mundo
15 de Noviembre de 2017
15 de Noviembre de 2017
Por José Ramón Sánchez, profesor del Master en Dirección y Gestión Financiera de EAE Business School
El crecimiento del crédito y del peso de la banca en la sombra en el PIB chino, ¿podría desembocar la próxima crisis financiera con origen en el gigante asiático?
La banca en la sombra ("Shadow Banking", en términos anglosajones) está ganando peso en China a un ritmo que, si bien en cuanto a su tamaño respecto al PIB todavía no resulta especialmente alarmante, el crecimiento de los últimos años está alcanzando el 30% por ejercicio, frente al 10% al que lo hace de media en el resto del mundo. Esto implica que, la banca en la sombra está llegando a suponer el 50% de los préstamos bancarios.
Esta expansión se ha realizado a través de diferentes instrumentos, pero sobre todo con los préstamos privados y los productos de gestión de capital. Estos productos de gestión de patrimonio de alta rentabilidad (o WMP, por sus siglas en inglés), representan un elemento a tener en cuenta, puesto que muchos bancos tradicionales, con la ayuda de la banca en la sombra, han reclasificado préstamos, muchos de ellos dudosos, en otros productos financieros que requieren provisiones, mucho menores. Estos productos se venden por igual a inversores minoristas (hogares) que mayoristas (sector bancario). Son instrumentos que suelen tener rentabilidades fijas, por encima del tipo de interés de los depósitos; aunque no están garantizados, los inversores asumen la existencia de garantías implícitas por parte de los bancos, y estos, a su vez, asumen garantías implícitas del Estado.
Esta práctica podría generar tensiones importantes en el sistema financiero. El problema radica en el hecho de que la banca en la sombra está directamente conectada con el sector bancario y con el sector público. Y, en el caso chino, la relación es estrecha, con el añadido de que todos estos agentes tienen en común el ladrillo.
Las medidas implementadas para controlar las salidas de capitales han limitado las posibilidades de inversión en el extranjero, lo que, unido a las reducidas oportunidades de inversión interna, ha generado una excesiva concentración del ahorro de los hogares en el sector inmobiliario. En caso de que se produjera una perturbación negativa en el sector, los riesgos de contagio para la economía china, a través de los canales real y financiero, pueden ser considerables.
Si los riesgos que se ciernen sobre China se materializarán, sería muy probable que tuviesen un efecto contagio más allá de las fronteras de ese país. Si la economía sufre, la actividad mundial podría verse afectada a través del comercio externo y del sector financiero. Tendría que enfrentarse a nuevas fugas de capitales y una presión a la baja sobre el yuan. El Banco Popular de China habría de luchar contra estos movimientos vendiendo parte de sus reservas (constituidas en gran parte por bonos soberanos de Estados Unidos). Problema añadido: los tipos de interés a largo plazo norteamericanos se elevarían, con repercusiones a escala global.