La industrialización 4.0, la llegada de los robots
02 de Marzo de 2017
02 de Marzo de 2017
Por Gabriel Pazos, profesor del Máster en Project Management de EAE Business School
La revolución industrial nació en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino Unido y concluyó alrededor de 1840. Cerca de 100 años donde la economía, la tecnología y la sociedad cambiaron por completo, pasando de una economía rural basada en la agricultura a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Este fenómeno histórico no es comparable con la nueva revolución, la que algunos expertos, como el historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari (Video entrevista con Iñaki Gabilondo en #CuandoYoNoEsté), llaman la industrialización 4.0. Los motores de cambio en esta ocasión son la robotización, la inteligencia artificial y la hiperconectividad.
El concepto Industria 4.0 corresponde a una nueva manera de organizar los medios de producción más efectiva y automatizada. El objetivo que pretende alcanzarse es la puesta en marcha de un gran número de "fábricas inteligentes" o "smart factories" capaces de una mayor adaptabilidad a las necesidades y a los procesos de producción, así como a una asignación más eficiente de los recursos, abriendo así la vía a una nueva revolución industrial. Otra de las claves de este proceso es la idea de una creciente y adecuada digitalización y coordinación cooperativa en todas las unidades productivas de la economía.
Todas las acciones y actividades que sean susceptibles de ser automatizadas son y serán sustituidas por las máquinas y los robots. El dilema es: ¿seremos capaces de crear nuevos empleos al mismo ritmo que se destruyen?
La industria es la columna vertebral de cualquier país y representa el 16% del PIB mundial (media europea se sitúa en el 20%) y el 70% de las exportaciones. En España, el Gobierno ha dado forma a una agenda para fortalecimiento del sector, con el fin de devolverle su peso en la economía. Para conseguirlo, es crucial renovar los equipos obsoletos e invertir en nuevos procesos más digitales. En este sentido, la industria 4.0 parece ser la clave. Debido al desarrollo y la evolución de la tecnología y la aparición de los robots, cientos de miles de puestos de trabajo que conocemos actualmente desaparecerán, pero otros muchos nacerán.
Por ello, desde este mismo momento, debemos reflexionar sobre las cualidades del trabajador del futuro, personas creativas y con capacidad de resolver problemas imprevistos y de gran complejidad. La inteligencia emocional, que si bien a día de hoy juega ya un papel fundamental, será más importante aún, si cabe, para contrarrestar la evolución de la llamada inteligencia artificial. Las capacidades y habilidades de relación con otros y estar orientados al servicio también contribuyen al deseado trabajador del futuro. Estas cualidades y muchas otras fueron definidas por el Foro Económico Mundial (+ info) "El futuro de los trabajos 2016: Empleo, habilidades y estrategia de la fuerza de trabajo para la cuarta revolución industrial".
Según Thomas Frey, director ejecutivo del DaVinci Institute, uno de los "futuristas" preferidos por Google y autor de Communicating with the Future (Da Vinci Institute). "Para el año 2030, más de 2.000 millones de trabajos habrán desaparecido". En mi opinión, esto no debe asustarnos, si no todo lo contrario, motivarnos a seguir desarrollando nuestro talento y orientar nuestras acciones profesionales a la generación de valor y la innovación.
Me sorprende que todavía las instituciones, los políticos y nuestros representantes no estén debatiendo ya como afectará este desarrollo a la educación, a la sanidad, a la industria, y en definitiva, a nuestras vidas. Sin ir más lejos, en las recientes elecciones de USA, los representantes Clinton y Trump apenas invirtieron unos minutos para hablar de "las tecnologías del futuro", terminología aplicada erróneamente para una realidad que a todos nos afecta.
Por último, me gustaría romper una lanza en favor de todas aquellas empresas y personas que apuestan por recuperar el valor de lo tradicional y de la importancia de las personas. Por supuesto, haciendo un uso inteligente y racional de la tecnología, pero devolviéndonos a la realidad entre las personas, y por unos minutos, darnos un respiro de este mundo hiperconectado.