El aumento del precio de la electricidad doméstica y su influencia en la economía
06 de Febrero de 2017
06 de Febrero de 2017
Por María Ángeles Ruíz Ezpeleta, profesora de Gestión Global en el Máster en Supply Chain Management Full Time y Executive de EAE Business School en Barcelona
El Ministerio de Energía había previsto una caída del 11% en la factura de la luz para el consumidor medio durante el año 2016, pero, según el INE, el precio doméstico de la electricidad se cerró en el 2016 con un incremento del 3,7%, con respecto al año anterior.
No se puede afirmar que el precio de la electricidad de forma global (doméstico e industrial) haya aumentado un 3,7%, ya que para analizar este incremento se utilizan distintos consumos medios y potencias sobre los que se hace una media ponderada. Si se tomase la variación media de todo el año, se habría producido en realidad una bajada global del 9,8% durante el año 2016.
De todas formas, según Europapress, en un artículo basado en los datos del INE, el pasado mes de diciembre el consumidor medio pagó 71,58 euros por el recibo de la luz, frente a 68,68 euros que se calcula pagó en noviembre, por lo cual está claro que el aumento en el recibo de la luz doméstica es preocupante.
Aunque el Gobierno podría amortiguar parcialmente este aumento modificando los impuestos que gravan el recibo de la luz, la realidad es que para paliar el problema en toda su extensión el Gobierno debería intervenir en el mercado que actualmente se rige por la ley oferta-demanda, aunque eso significase enfrentarse a las compañías eléctricas que actualmente dominan el mercado. El alza de la electricidad proviene básicamente del aumento la demanda y la disminución de la oferta. La ola de frío ha hecho que la demanda aumente sensiblemente, y la exportación a Francia, por la indisponibilidad nuclear y la reducción en las aportaciones de agua, ha reducido la oferta del mercado eléctrico, lo cual ha tenido como consecuencia este importante aumento de precio.
El Gobierno Español debería intervenir para frenar este aumento por los problemas que el incremento de electricidad puede acarrear y que, sin duda, pueden influir negativamente en el desarrollo futuro de la economía. El incremento del recibo de la luz repercute en el aumento del IPC y, por tanto, aumenta la inflación. Esto conlleva una pérdida del poder adquisitivo del consumidor que redundará negativamente en el consumo privado, en unos momentos en que es necesario que el consumo aumente.
El precio de la electricidad no debería regirse exclusivamente por el funcionamiento de la oferta-demanda del mercado energético, que provoca constantes aumentos de precio. Las políticas actuales de incremento de la producción conllevan un inmediato aumento de la demanda energética. Si no se promueve de forma urgente la producción de energía mediante renovables, la oferta no podrá igualarse a la demanda y los precios aumentarán.
El Gobierno debería intervenir para poder regular el mercado y potenciar las energías renovables. La energía tradicional es un bien relativamente escaso y la oferta de este bien es difícil de aumentar para compensar el progresivo aumento de la demanda energética.