Por qué al final del túnel Covid-19 podemos esperar los nuevos Locos Años 20
09 de Febrero de 2021
09 de Febrero de 2021
Si has vivido en el planeta Tierra durante el último año, sometido a los rigores de las restricciones de movilidad y el distanciamiento social, no necesitas que nadie te cuente las ganas que tienes de volver a tu vida normal, de volver a viajar y experimentar nuevas experiencias, cuando la Covid-19 por fin haya quedado atrás.
Nos hemos adaptado a un cambio radical. Las mascarillas, los toques de queda, los aforos llenos de los pocos lugares que permanecen abiertos o las interminables esperas para todo forman parte de la “nueva normalidad”. Es evidente que tantos meses de reclusión y contención, de vernos privados de cosas tan intrínsecas a nuestra naturaleza como abrazar a nuestros seres queridos o disfrutar de la experiencia liberadora de un concierto de música, generarán un efecto rebote que nos llevará a querer recuperar cuanto antes el tiempo perdido.
Prestigiosos sociólogos han abordado el tema en los últimos meses y la mayoría coinciden en que lejos de convertir la distancia social y la austeridad en hábitos, la era post-Covid estará marcada por el derroche económico y, atención, el desenfreno sexual. Así lo explica el médico y sociólogo Nicholas Christakis, investigador de la Universidad de Yale y una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time, en su libro Apollo's arrow: the profound and enduring impact of coronavirus on the way we live (“La Flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos”, en español).
“La gente buscará inexorablemente más interacción social, irá a clubes nocturnos, restaurantes, manifestaciones políticas, eventos deportivos, recitales”, indica Christakis, que augura una reedición de los Locos Años 20 del siglo XX que siguieron a la Gripe Española de 1918, el precedente de pandemia mundial más cercano que tenemos. Eso sí, no será antes de 2024.
Quienes hayan perdido su trabajo, hayan percibido una reducción de sus salarios o se las estén viendo y deseando para mantener a flote su negocio, posiblemente se pregunten cómo se va a recuperar la economía, si va a haber prosperidad después la época de oscuridad que hemos pasado y si vamos a poder costearnos todo ese desenfreno.
La respuesta, como tantas otras veces, la tiene la tecnología, tal y como apuntó el pasado jueves Gour Saraff, director para España de la Cámara de Comercio de la India en Europa, durante una Masterclass sobre Cómo dirigir con éxito tu negocio en la era post-Trump.
Aunque faltaban más de 50 años para el nacimiento de Internet, en 1920 el mundo también experimentaba una profunda transformación tecnológica que resultó clave en la recuperación económica al disparar la productividad y el consumo. En aquella época se llevó a cabo el primer vuelo transatlántico (1919), que provocó un punto de inflexión tanto para la industria de la aviación como para el turismo. También se extendió la producción en cadena, introducida por primera vez por Ford en 1913. Este avance redujo el tiempo de montaje del Ford T de 12 horas a poca más de 90 minutos, aumentando la productividad de forma exponencial. Como consecuencia, el coche pasó de ser un producto de lujo a convertirse en asequible para gran parte de la población en los países desarrollados.
En la década de los 20 también surgió el cine sonoro, se inventó el televisor mecánico y la BBC arrancó sus primeras emisiones, lo que dio lugar al embrión de lo que más tarde sería la multimillonaria industria del entretenimiento.
Saraff cree que la historia se repetirá 100 años después, y que avances como la biotecnología, la Inteligencia Artificial, el Machine Learning o los coches automatizados ejercerán de catalizadores del desarrollo económico una vez dejemos atrás los devastadores efectos de la pandemia.
“Cuando se alcance la inmunidad de grupo, la demanda global crecerá de forma dramática y generará crecimiento económico como sucedió en la década de 1920. La tecnología en los llamados Roaring 20s (traducido en España como Locos Años 20) prolongó la expansión económica al crear demanda de productos nuevos y creo que existe la posibilidad de que eso vuelva a suceder en esta época”, explica Saraff, que apunta a la Inteligencia Artificial, Big Data, el Machine Learning y los coches autónomos como los motores de ese incremento de la productividad y de la demanda que propiciará una nueva edición de los Locos Años 20.
A su vez, para hacer frente a ese incremento, será necesario invertir en el desarrollo profesional de los empleados, aprender a gestionar el talento dentro de las empresas, y seguir apostando por la formación y el desarrollo del capital humano de la compañía.
Según un estudio de PriceWaterHouseCoopers, la Inteligencia Artificial y otras tecnologías relacionadas incrementarán el empleo en más de un 12 por ciento de aquí a 2030 solo en China. Si bien la automatización podría sustituir alrededor del 26 por ciento de los trabajos, también generará un 38 por ciento de empleos más. La mayor parte de esos nuevos puestos se concentrarían en el sector servicios, seguido de la construcción y de la industria. La misma consultora estima que la Inteligencia Artificial y la automatización supondrán en 2030 en torno al 14% del PIB mundial.
Pero, ojo, las oportunidades entrañan riesgos y esta lamentablemente no es una excepción. Los Locos Años 20 también dieron lugar a una proliferación de los nacionalismos y a la aparición de regímenes dictatoriales. Dado que la tecnología no ha logrado impedir aún que el hombre siga siendo el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, esta amenaza continúa latente.
“Es un miedo que tengo dados los antecedentes. Habrá descontento social que variará de unas regiones a otras y los gobiernos democráticos deben estar muy alertas a este fenómeno. Hoy la miseria económica es rampante porque se han destruido millones de empleos en el mundo. Las masas están tranquilas de momento porque la mayor preocupación es la salud, pero una vez que el riesgo sanitario desaparezca el descontento se hará patente”, explica Saraff.
Afortunadamente, no hay nada que no tenga solución y así Saraff ofrece dos claves para hacer frente a esta situación: la primera, establecer unos ingresos mínimos vitales, de modo que toda la ciudadanía disponga de unos recursos económicos que les posibiliten vivir dignamente; y la segunda, reforzar las alianzas entre los países democráticos a fin de llegar a un entendimiento común que nos permita encontrar la manera de salir juntos de esta crisis.
Sin dejar a nadie atrás.