En la mente de Annandaniel
26 de Mayo de 2022
26 de Mayo de 2022
Viajar por el mundo descubriendo nuevos lugares suele ser el deseo de muchos. Algunos pocos, han conseguido convertir esta en su profesión, como el caso de Anna Devís y Daniel Rueda.
Anna y Daniel son dos españoles de 1990 que se conocieron en la Escuela de Arquitectura de Valencia. Allí mismo se dieron cuenta de que la pasión por los edificios y la creatividad era común en ambos. Juntos empezaron a viajar y a colgar fotografías minimalistas en sus cuentas de Instagram sobre estructuras que les resultaban bellas. Poco a poco fueron haciendo fotografías más estéticas y con ideas creativas detrás, hasta llegar a la actualidad, en donde ya podemos hablar de dos de las cuentas de arquitectura más conocidas del planeta.
Este duo creativo ha sido pionero y ha sentado nuevas bases en esta red social repleta de filtros, en la que destacan haciendo justamente lo contrario, obviando estos y apostando por fotografías sin ayudas de postproducción y donde absolutamente todo - aunque cueste creerlo - es real.
Poco a poco han desarrollado un nuevo modelo de fotografía arquitectónica, donde el concepto y la localización siempre se fusionan para sumar uno. Humor, creatividad, color, precisión y geometría, definen su estilo, el cual utilizan para crear un storytelling de las fachadas y lugares que visitan.
Sus seguidores no han dejado de subir desde que comenzaron, y su talento ya es reconocido en las redes por casi un millón de personas. Pero no solo ellos se han quedado enamorados de los diseños visuales del dúo. Las marcas también lo han hecho y a su puerta han llamado algunas como Netflix, Disney, Facebook, Pantone, CNN, Huawei, o Hasselblad, de la que son embajadores, entre muchas otras. Todo ello, los han llevado incluso a formar parte de la lista Forbes 30 under 30.
Lo que queda claro es que, Anna y Daniel pueden estar delante de la misma fachada que nosotros, que ellos siempre estarán viendo mucho más allá. Dos ventanas se convierten en unos ojos, unas escaleras en una bandera, o una mesa en una falda.
La creatividad que desbordan es admirable, así que hemos hecho lo que mejor hacemos en este formato: hablar con ellos para ver si nos pueden dar algunos consejos y desarrollar así la nuestra.
Nuestro trabajo es fruto de una casualidad. Daniel y yo somos arquitectos de formación y durante la carrera no podríamos evitar contarles a nuestros familiares y amigos -ajenos a la profesión- lo enamorados que estábamos del último edificio que acabábamos de estudiar en clase o de descubrir en una revista. Y, obviamente, ¡en ellos no surgía ese efecto de fangirl/fanboy que nos ocurría a nosotros!
No fue hasta nuestros primeros viajes cuando empezamos a fotografiar esas arquitecturas de manera personal: minimalista, divertida y muy colorida. Y sin darnos cuenta, empezamos a mostrar las historias jamás contadas de estos edificios que podían ser entendidas por todos los públicos.
Cuando empezamos a trabajar en una nueva imagen, ya sea como obra propia o bajo encargo de un cliente, empezamos haciendo una lluvia de ideas. Plasmamos estas sobre el papel en forma de bocetos, unos garabatos iniciales que evolucionan a medida que se asienta el concepto y que llegan a convertirse prácticamente en planos a escala. Durante esta fase de ideación decidimos colores, vestuario e incluso las poses de los personajes. Con todo planeado, el siguiente paso es convertir ese dibujo en realidad.
Aunque a veces cueste creerlo, todo lo que aparece en nuestras imágenes es real, es decir, estaba delante de la cámara en el momento en el que se tomó la fotografía. Por ello, gran parte del proceso creativo consiste en ir de compras o incluso diseñar y producir el atrezzo de la escena. Por último, con el set listo, ya solo nos queda disparar y dar unos últimos toques finales de edición. ¡Ta-chan!
Como todo en la vida, todo tiene sus pros y sus contras, ¡pero a nosotros es una fórmula que nos encanta! Cuando dos creativos están en sintonía, se genera un tira y afloja que hace que surjan ideas nuevas y que van evolucionando y, sobre todo, mejorando. En equipo, uno se anima a ir abriendo puertas que solo no pensaba abrir.
Con el humor nos hemos dado cuenta de que hemos conseguido romper muchas barreras. Nos encantan los juegos de palabras, pero más si cabe los juegos visuales, y por suerte, este lenguaje gráfico es capaz de conectar con personas de todas las edades y culturas. No hay nada que nos guste más que ver sonreír a aquellos que miran nuestras fotografías.
El mayor reto creativo al que nos hemos enfrentado siempre resulta ser la última imagen que hemos disparado. Nuestro trabajo está en constante evolución, y como siempre estamos experimentando con nuevos conceptos y materiales, nos encontramos con problemas a los que nunca antes habíamos tenido que dar solución. ¡Y la creatividad juega un papel fundamental a la hora de solucionar problemas! Cada proyecto se convierte en una aventura y de él sacamos un aprendizaje que nos ayuda a solucionar el siguiente reto.
“Fake it till you make it”. Esta “filosofía” es algo que aprendimos durante la carrera y que seguimos haciendo servir. Cuando llega un proyecto nuevo, muchas veces te invade esa sensación de no estar suficientemente preparado para afrontarlo. Es algo natural, tus sentidos se ponen alerta ante un nuevo reto e incluso piensas en declinar la propuesta. Pero una vez superado ese “miedo inicial” te das cuenta de que eres capaz de enfrentarte a esos retos que te sacan fuera de tu zona de confort y, sobre todo, de aprender de ellos.
Artículo en colaboración con: @anniset y @drcuerda, www.annandaniel.com