Los retos para las cadenas de suministro en una pandemia global
30 de Marzo de 2020
30 de Marzo de 2020
Decía Mafalda en una de sus más conocidas viñetas: "¡Paren el mundo que me quiero bajar!", y esto justo es lo que ha pasado estos últimos días. Una gran parte del mundo ha paralizado casi toda su rutina diaria, exceptuando servicios esenciales. Debido al virus COVID19 estamos en un escenario calificado como Pandemia Global por la OMS con más de 330 mil personas infectadas en 190 países y miles de fallecidos.
La extrema interconexión actual entre muchos países, con ejemplos como la Unión Europea, sin fronteras físicas para personas y bienes entre más de 500MM de ciudadanos, fácilmente conectados con vuelos de menos de dos horas, expande rápida y masivamente el contagio. Ciertamente tenemos muchísima libertad y físicamente interactuamos con numerosas personas de muchos lugares y diversa procedencia, aunque por ello también somos más vulnerables como especie humana cuando se produce un incidente sanitario grave.
Todo empezó hace pocos meses en China, que representa el 16% del PIB global, y donde se producen una gran mayoría de componentes y bienes para todo el mundo. En estos momentos la pandemia está afectando de lleno a la mayoría de los países en Europa, y su motor, Alemania, está entre los países con más infectados. Estados Unidos se ha unido más tarde al listado de países más afectados y se encuentra ahora en el Top-5 de mayor número de casos. Esta gravísima situación global provoca lógicos miedos entre los ciudadanos tanto a nivel personal, por el riesgo en su propia salud, como a nivel profesional por la posibilidad de perder el puesto de trabajo o la fuente de ingresos. El panorama actual muestra a millones de ciudadanos de todas las edades confinados en sus casas en un gran número de países, miles de empresas sin actividad ni ingresos y muchos profesionales teletrabajando desde sus propios domicilios para asegurar los servicios mínimos de back-office o finalizar proyectos en marcha.
Aparte de los sectores de emergencias, el sector de transportes y logística sigue funcionando como necesaria correa de transmisión para proveer de servicios esenciales (alimentación, hogar, medicamentos) a los ciudadanos de todo el mundo. Como ejemplo de las posibilidades que se ofrecen ante este escenario, la compañía aérea American Airlines ha empezado a usar sus aviones de pasajeros vacíos para transportar bienes y productos entre Estados Unidos y Europa, en un claro aprovechamiento de las posibilidades de sus activos infrautilizados.
En las condiciones actuales, las cadenas de suministro que siguen funcionando realizan actividades de compras, producción, logística, almacenaje, transporte y distribución hasta los puntos de venta para garantizar la llegada de los bienes de primera necesidad a los ciudadanos. En este momento todos los segmentos de la cadena son importantes, hayan o no sido valorados anteriormente, porque si falla un eslabón de la misma los productos no llegan a su destino final. Todos los actores adquieren más importancia y trascendencia, desde las personas que gestionan la planificación de los transportes frente a un ordenador hasta las cajeras de las tiendas, pasando por los mozos de almacén, reponedores o transportistas. Cada cual en su función ejecuta tareas necesarias para que los productos de primera necesidad puedan llegar a sus destinatarios, arriesgando su propia salud en pro de sus conciudadanos.
Los enormes retos operativos que plantea la gestión del día a día en el marco de esta crisis nos demuestran la necesidad de colaboración, comunicación y coordinación entre empresas y profesionales de las cadenas de suministro globales. Solo así se realizarán las operaciones en el menor tiempo posible y con las mínimas pérdidas humanas globales.
Un punto de mejora es el denominado efecto látigo: cuando se producen aumentos excepcionales de la demanda final, estos se magnifican para los proveedores y suministradores cuanto más lejos están del cliente final de la cadena por el efecto multiplicador de los stocks en ellos. Ello es debido a que cuando a los ciudadanos se les dice que estamos ante una peligrosa amenaza y se les confina en casa, cada persona decide actuar para autoprotegerse a sí misma y a los suyos, algunas veces incluso en contra del bien común.
Un segundo punto de mejora y gran aprendizaje de esta crisis está relacionado con la anticipación de los riesgos. Nunca puede estar todo previsto y las necesidades de la suma de los consumidores muchas veces son una incógnita difícil de predecir. Sin embargo, hemos constatado la necesidad de una mayor rigurosidad en el diseño futuro de estrategias de anticipación de estos riesgos, en vistas a disponer de mejores y más concretos planes de acción preventivos.
En cuanto a la situación específica del transporte en España, cabe citar que nos movemos sobre la base de la Resolución de 13 de marzo de 2020 de la Dirección General de Transporte Terrestre por la que se exceptúa de forma temporal el cumplimiento de las normas de tiempos de conducción y descanso en el transporte de mercancías. Con ello se flexibilizan los tiempos de trabajo de los conductores profesionales para garantizar el suministro de alimentos, material sanitario y medicamentos, entre otros esenciales. Esta resolución, sin embargo, no realiza ningún cambio en otros detalles más operativos, con lo cual las diversas empresas transportistas y operadores han ido generando sus propios criterios sobre los que siguen operando. En la actualidad los cinco retos principales para el sector transportes son:
Y ya mirando hacia el futuro, quiero destacar algunas cosas que habría que resolver en caso de otra hipotética crisis de esta envergadura:
En definitiva, esta crisis es una gran oportunidad para que las cadenas de suministro demuestren su capacidad de ser más eficientes y efectivas en situaciones de máxima exigencia mediante la participación coordinada y colaborativa de todos los participantes.